Recomiendo releer el Ripalda, aquel catecismo -la edición que yo tengo está fechada en 1947- que nos aplicaba la doctrina cristiana con tanta sencillez como profundidad. Ojo, esto no es una paradoja. Recuerden que las cosas importantes, por ejemplo, Dios, resultan tan sencillas como complejas. Por el contrario, las cosas poco importantes, o directamente maliciosas, suelen ser simples y complicadas. Por eso, porque simple no es lo mismo que sencillo y no es lo contrario de complicado, sino de complejo. Y al revés: sencillo no es lo contrario de complejo sino de complicado.

Pue bien, el Ripalda es sencillo, a fuer de complejo. Lean esta pregunta-respuesta:

-¿Qué prohíbe la Iglesia en cuanto a las escuelas? La Iglesia, en cuanto a las escuelas, prohíbe a los padres llevar a sus hijos a las escuelas que sean protestantes, laicas o simplemente neutras.

Lo que me interesa es este último adjetivo: neutra, porque la educación o es además formación o no sirve nada en la era de los ordenadores, pero, sobre todo, porque la doctrina cristiana no es contener sino atacar. Dios no se conforma con los neutrales, quiere soldados de trinchera que ataquen al enemigo. Con fiereza, sí. Y no me vengan con las apelaciones a la violencia: ya sabemos que hace falta mucha más valentía para poner la otra mejilla y recibir la bofetada que para propinar una bofetada al ofensor. 

El viejo catecismo Ripalda, como todo lo que merece la pena, no es ni simple ni complicado: es sencillo y complejo

Ese el primer mandamiento sobre la violencia y la guerra para un cristiano. El segundo es ese viejo apotegma tradicionalista que tanto me gusta: Dios no nos juzgará por nuestras victorias sino por nuestras cicatrices, aforismo que sirve tanto para tiempos de victoria como de guerra.

Pues bien, que dice el Ripalda, en la sección Otros Mandamientos, que la primera obligación de los padres es enseñar a sus hijos a que hablen con Dios desde su más tierna infancia. La segunda, llevarles a un colegio que no contradiga las enseñanzas cristianas que reciben en casa. He dicho que no contradiga... porque sustituirla no podrá hacerlo jamás. 

Las cosas poco importantes, o directamente maliciosas, suelen ser simples y complicadas. Por eso: porque simple no es lo mismo que sencillo y no es lo contrario de complicado, sino de complejo. Y al revés: sencillo no es lo contrario de complejo sino de complicado

Ahora bien, la obligación de los padres es llevar a sus hijos a un colegio donde coadyuven a su formación cristiana. Y ojo, los colegios neutros tampoco valen. 

Menos que nunca en estos tiempos de la Blasfemia contra el Espíritu Santo, donde la neutralidad no sólo supone deserción sino traición y todos sabemos a qué tipo de formación de los chavales conduce un colegio doctrinalmente neutro que, en 2024, no antes lo reconozco, significa sencillamente demoniaco.