Asamblea de primavera de los obispos, día después de la Asamblea de primavera del FMI. Pura coincidencia. El presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, reclama, por vez primera, en su discurso de apertura, el cheque escolar. ¡Albricias y pan de Madagascar! Por fin, la Iglesia se inclina modosamente, por supuesto, pero mejor esto que nada, por la alternativa que mejor responde a la libertad de enseñanza, ese principio que Benedicto XVI reclamaba como uno de los cuatro valores innegociables para los católicos en política: vida, familia, libertad de enseñanza y bien común.

No, la enseñanza católica no es la escuela concertada, un invento de Felipe González que convierte al empresario en el sujeto de la educación y al Estado en el administrador de la financiación, es decir, en el amo. La escuela concertada que, en efecto, como recuerda a Omella, le ahorra al Estado cerca de 4.000 millones de euros al año, porque nos sale a los españoles, no a Sánchez, la mitad de barata que la escuela pública, no puede considerarse, sin embargo, el sistema cristiano. 

El único sistema católico de enseñanza es el que, por vez primera, y ahi está la noticia, ha reclamado Omella: el bono escolar. Un cheque que el Estado daría a los padres para que estos decidieran el colegio al que llevan a sus hijos, sea privado o público. 

En efecto, la Iglesia no debe apostar por la educación concertada, y hoy masacrada por el Gobierno, sino por el cheque escolar

¿Por qué la izquierda le tiene tanto miedo al bono escolar? Porque sabe positivamente que aún aumentaría más la tendencia de los padres a llevar a sus hijos a centros católicos (a pesar de la inocultable degeneración de la enseñanza religiosa en España) y las escuelas públicas se quedarían sin alumnos y con los profesores cruzados de brazos.

Ahora bien, el paso dado por Omella tiene un profundo significado político... de los que se supone no gustan al propio Omella. Por eso ha planteado el cheque escolar como poco menos que una posibilidad, con interrogante, con un 'quizás' previo, antes de de pronunciar el concepto prohibido: reclamo el cheque escolar. 

El cheque escolar es mucho más que la enseñanza concertada: significa arrebatarle el poder al gobierno y a los empresarios de la enseñanza y otorgársela a los padres. Es el momento de dar la batalla por el bono escolar

Y lo ha hecho así porque resulta que el único partido que reclama el bono escolar se llama Vox y sólo Vox. Políticamente, sólo la formación de Santiago Abascal lleva en su programa electoral el cheque escolar y ni la propia formación política ha hecho mucho hincapié en ello a lo largo de la legislatura. Desde luego, el PP no está por la labor: en su carácter tibio se conforma con la concertada.

En cualquier caso, Omella ha pronunciada la fórmula que solicita la jerarquía para la educación, ni enseñanza pública, ni enseñanza concertada: bono escolar. Al mismo tiempo, acusa al gobierno de pretender hundir la enseñanza concertada, donde se refugia, a día de hoy, la escuela católica, a falta de bono escolar.

Es cierto, el sociopodemismo pretende justamente eso: la perversión de los niños desde su más tierna infancia mediante la salvajada de la ideología de género, en la escuela pública de forma directa, en la privada bajo chantaje financiero. Ahora bien, además de defender a la concertada, Omella ha propuesto un cambio de sistema. Esperemos que no se quede en una canto del cisne y que se repita. Esperemos que no se quede en una mera táctica en defensa de la concertada. Lo sabremos si la reclamción del cheque escolar se repite y se convierte en la política educativa de la los obispos. 

El sociopodemismo pretende justamente eso: la perversión de los niños desde su más tierna infancia mediante la salvajada de la ideología de género, en la escuela pública de forma directa, en la privada bajo chantaje financiero

Por el momento, recuperemos el párrafo clave de su discurso: "¿No podría ser el cheque escolar la verdadera neutralidad y libertad que pedimos a la Administración competente?". Y más: el Estado “no puede olvidar su deber de respetar el principio de subsidiariedad y evitar identificarse con un determinado modelo educativo, adscripción ideológica, o titularidad de la escuela. De otro modo. nuestro Estado estaría pasando a ser un Estado confesional laicista, discriminando a los ciudadanos y ciudadanas cristianos o de otras religiones”.

Y no, no fue la parte central de su discurso que, en su conjunto resultó más políticamente correcto que lo del bono escolar pero, al menos, lo dijo. Para mí, ya es mucho.