
Un hombre cayó a un pozo y pidió auxilio. Llegó Buda y exclamó: “Pobrecito”, y le dejó allí, tirado. Llegó Alá y le espetó: “Algo habrás hecho, pagarás tu culpa”. Llegó Cristo y le sacó del pozo.
La historia no es mía, es de Rabindranath Tagore (pensador bastante indio, según aseguraba Álvaro de la Iglesia) pero resume bastante bien la actual multiculturalidad. Siempre he dicho que si cultural y cultual son sinónimos, cuando en el siglo XXI hablamos de cultura a lo que realmente nos estamos refiriendo es a religión... pero claro, hace mucho más intelectual hablar de cultura que de culto.
En cualquier caso, no extraigan conclusiones precipitadas: el uso reiterado del eufemismo en Occidente no significa, no necesariamente, que el europeo del siglo XXI se haya vuelto totalmente idiota.
Recientemente, el obispo de Alicante, José Ignacio Munilla, se vio obligado a polemizar con un sacerdote rarito -no, no todos los sacerdotes son raritos, la mayoría son muy sensatos- que aseguraba que Cristo fue un yogui, más o menos como el ‘compiyogui’ de la reina Letizia, el insigne Javier López Madrid. Religión en Libertad lo cuenta muy bien.
Ahora bien, además de recordar que parece que el único obispo que existe en España es monseñor Munilla, los otros guardan un ominoso silencio ante las barbaridades doctrinales que se perpetran con la boca, y dejando a un lado el sincretismo, siempre preocupante, que denuncia Munilla, me gustaría recordar la situación actual en Europa desde un punto de vista... ‘sociológico’. En plena crisis del cristianismo, o sea de los cristianos, porque Cristo nunca entra en crisis, parece que regresan dos corrientes filosóficas tan influyentes como estúpidas: el panteísmo y el arrianismo.
Panteísmo: el bien y el mal no importan, sólo el equilibrio entre ambos. Con esto se justifica cualquier tipo de crueldad
Sí, estas dos, no cuento a los mahometanos, que parecen más omnipresentes que las otras dos pero sólo deberían serlo para los garantes del orden público. No se confundan por la aparente omnipresencia del islam. El islam no es un enemigo del alma cristiana, sólo del cuerpo de los cristianos. Como doctrina, el islam no tiene media torta: es una caricatura externa, prosaica, del cristianismo. El islam tiende al fanatismo y con ello a la salvajada, pero como teoría... no da ni para un cursillo, mucho menos para un curso. Panteísmo-hinduísmo y el neo-arrianismo resultan mucho más preocupantes para la civilización cristiano-occidental y ambos tienden, por soberbia puñetera, hacia el veneno y la peste más inmunda a la que siempre se ha enfrentado el cristianismo: el gnosticismo... tan orgulloso, tan puritano, tan insufrible.
Empecemos con el panteísmo y dejemos de lado su filosofía que nos llevaría muy lejos, Centrémonos en sus consecuencias prácticas: el bien y el mal no importan, sólo el equilibrio entre ambos. Con ello no sólo se justifica cualquier tipo de crueldad sino que la vida es un asco. Siempre me ha sorprendido lo positivamente asombrado que se queda el occidental ante la metempsícosis (reencarnación) cuando el hindú contempla la eterna transmigración del alma hacia otro cuerpo como lo que es: un auténtico horror al que está atado por toda la eternidad.
Ahora bien, el panteísmo, disfrazado bajo todos los tipos de orientalismos y traducido a las tontainas masas de occidentales como técnicas orientales de relajación -desde el yoga al reiki- es hoy aplaudido en Europa. Mientras, en India, el Bharatiya Janata Party (BJP), partido nacionalista-panteísta del venenoso primer ministro e hindú, Narendra Modi -gran amigo de PedroSánchez- persigue a los cristianos con más saña que los musulmanes del vecino Paquistán.
Arrianismo: Jesucristo fue un gran hombre pero no Dios. En primer lugar, no es verdad y, en segundo, de poco nos sirve. Sólo Dios pueda darnos una razón para vivir, sólo Él puede consolar
Al mismo tiempo, en Europa, antes madre, hoy madrastra, de Occidente, renace el arrianismo. Tampoco me voy a perder -aunque quizás debería- en el sustrato filosófico de Arrio, un lamentable cura egipcio del siglo tercero, que provocó la herejía más popular, la más peligrosa, de los primeros 500 años de Cristianismo y cuyo principio práctico podemos resumir con las palabras que escuché a una actriz bella y tontita del cine español, en una entrevista: hombre, Jesucristo fue un gran hombre pero tanto como Dios...
Nuestra pizpireta actora estaba diciendo algo que no es verdad. O Jesucristo era Dios o era el más soberbio de todos los seres humanos que hayan existido: con decirles que pretendía que le adorásemos...
En segundo lugar, si Jesús no es Dios, la verdad es que de poco nos sirve. Un gran hombre puede ser admirado pero nunca podrá consolar a la humanidad porque no podrá proporcionar al hombre una razón para vivir. Si lo humano te consuela es que te conformas con muy poco.
¡Alarma anti-fascista!, que diría el comunista Pablo Iglesias: el panteísmo y el arrianismo han vuelto. Para combatirlos: lo de siempre: hablar con Dios, con Cristo.