Asistimos a otro fracaso para la progre y blasfema Netflix. Y es que el plan barato con anuncios que lanzó hace seis meses en varios países (entre ellos, EEUU y España) sólo tiene 5 millones de usuarios activos mensuales, lo que supone una auténtica minucia entre su cifra total de suscriptores, la cual es de 232,5 millones. Sin embargo, la bolsa aplaude: la cotización sube más de un 9%.

La plataforma de streaming está liderada por el activista woke Reed Hastings como presidente ejecutivo y que tiene dos CEOs también progres, Ted Sarandos y Greg Peters. Como se pudo ver en sus últimos resultados, ha agravado su crisis, porque ha empezado a perder usuarios en España... por el fin de las cuentas compartidas, o sea, por la subida de precios. Además, no hay que olvidar que ha tenido que mejorar las condiciones de su plan barato con anuncios -el cual cuesta 7 dólares al mes en EEUU y 5,49 euros en España-: en concreto, la calidad de vídeo (pasando de una resolución de 720p a 1.080p) y también el uso simultáneo de un dispositivo a dos. Esto puede haber influido en que la cifra de usuarios del plan barato con anuncios se haya duplicado desde el pasado enero y que tienen un promedio de edad de 34 años.

Sarandos ha referido que “tenemos un largo camino por recorrer para construir escala en publicidad” y confía en “un futuro mejor para el streaming apoyado por anuncios”. Por su parte, Peters ha presumido de que “lo tenemos todo, desde series ganadoras de un Emmy hasta realities, desde comedias hasta crímenes reales, desde ganadores de un Oscar hasta acción y aventuras, desde comedias románticas hasta películas de terror”. Eso sí, no hay que olvidar que también hay algo de falta de ideas, como en Disney, porque hay numerosas entregas de algunos de sus éxitos (Los Bridgerton, Stranger Things, The Crown o La casa de papel).

Un fracaso que se suma a otro reciente: el pinchazo con su último contenido woke... que sólo ha tenido un 1% de audiencia: se trata de su Cleopatra afrodescendiente, donde suma la necedad y la falsedad al progresismo, la blasfemia y la perversión de la infancia que ya se ven en sus contenidos.