María Luisa, una vecina de Carabanchel, alquiló su vivienda a una inquilina, con la idea de, que cuando acabara el contrato, podría entrar a vivir ella en la vivienda. Llegó la pandemia, la inquilina dejó de pagar y dijo que no tenía trabajo por lo que los trabajadores sociales la declararon vulnerable. ¿Conclusión? La okupa lleva más de dos años sin pagar absolutamente nada a María Luisa y ésta, dueña legítima de la vivienda, ha pasado estos años durmiendo en el sofá de unos amigos. 

Ahora la okupa parece que se ha cansado de la casa de María Luisa y ha decido marcharse y dejar las llaves en el juzgado, no sin antes dejar las cerraduras llenas de pegamento para dificultar que la propietaria pueda entrar en su casa. Es decir, que en estos 30 meses no ha sido la justicia la que ha conseguido que la propietaria recupere la vivienda, sino que la okupa ha decidido cambiar de aires. Al entrar en la casa, María Luisa se ha encontrado mucha suciedad, olores, cortinas y suelos rotos y numerosos objetos personales de los okupas.

Aquí tienen el vídeo del momento en el que María Luisa recupera su casa, no tiene desperdicio.