Josep Oliver pertenece a ese grupo de economistas catalanes que conviene seguir, porque se trata de una escuela que siempre se autoformula la siguiente pregunta: bueno sí, todo eso está muy bien pero, ¿para qué ha servido? Y también esta otra: ¿No me estarán ustedes engañando, verdad? 

En este ejercicio de realismo, y no en la presunta inacción ante las novedades (en contra de lo que se piensa, el pueblo catalán no es moderado en sus planteamientos sino extraordinariamente radical) consiste el llamado seny catalán, algo muy recomendable y que con la majadería indepe de ahora mismo se está perdiendo. 

Oliver ha escrito Un mundo distópico, uno de esos libros interesantes en los que te identificas al 100 por 100 con el diagnóstico aún cuando niegues la terapia. Entre otras cosas, porque la obra tiene más de diagnóstico que de terapia y porque los medicamentos que aconseja, pocos, tienen todos sabor a amago, como todo lo que suene a socialdemocracia. Oliver parece hincha del Barça: las cosas van mal pero aún pueden ir peor... a pesar de que somos los mejores del mundo.

Vamos con las ideas-madre:

1.La idea subyacente: lo público es bueno, lo privado es malo. Respuesta: la dicotomía no está entre lo público y lo privado sino entre lo pequeño y lo grande, siendo todo lo grande malo y lo pequeño bueno... casi siempre. 

El desequilibrio viene cuando los grandes privados ahogan a lo pequeño -siempre privado- o cuando lo grande público asfixia al pequeño privado porque no le deja ni moverse.

2.El objetivo de las políticas económicas es la creación de riqueza y su reparto por mérito, esfuerzo y solidaridad, bienestar al que se refiere Oliver. Lo que se resiste a morir es el Estado del Bienestar, que es lo que ha creado una sociedad tan blandengue como la actual, poco dada al esfuerzo individual y al bien común colectivo. 

3.¿Quién ha dicho que el librecambismo y la globalización nos ha traído justicia? Más bien ha sido justamente lo contrario. Nos ha traído miseria y, sobre todo, injusticia. Si no, pregunten a los agricultores

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4.El principal problema económico de Occidente es que no tenemos hijos. Entre otras cosas porque sin hijos no se podrá financiar ese Estado del Bienestar que Josep Oliver le gustaría asegurar. 

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5.Neoliberalismo no es una definición sino un insulto. La verdad es que lo inventó San Juan Pablo II pero sólo para homologarlo a capitalismo y distinguirlo del liberalismo económico que consiste en la defensa de la propiedad privada de las tres 'p' (propiedad privada pequeña), que en eso coincide con la Doctrina Social de la Iglesia. 

Resumiendo: me ha gustado el análisis, serio, moderado, de Josep Oliver. Eso sí, él concluye en mantener la solidaridad pública mientras yo abogo por acabar con ella y sustituirla por la solidaridad privada, que creo que es la única que existe entre otras cosas, porque la solidaridad pública es forzada y la privada es libre... y la caridad sin libertad no es caridad, sólo opresión.