Ni el uno ni el otro se arrepienten de las majaderías que decían... y dicen
Se llama Charles Scicluna y él no tiene ninguna culpa de ello: es maltés. Para ser exactos, arzobispo de Malta y en sus ratos libres uno de los ‘vices’ del hoy archifamoso Dicasterio para la Doctrina de la Fe al ser su secretario adjunto. También es un partidario de la siguiente proposición argumental: si no quieres cumplir la norma, tú no debes cambiar, debe cambiar la norma.
Verán: que dice Scicluna que hay que volver al celibato opcional. Ya saben, curas con esposa e hijos y curas solteros. Así a lo mejor hay más curas. ¿A que no?
Es decir, que el éxtasis místico-perverso del cardenal ‘Tucho’, el jefe de Charly y el de las bendiciones a los gays que vienen en pareja pero no a las parejas gays -¿Me siguen, ¿verdad?-, puede verse superado por su segundo, Scicluna, que por el momento no ha hecho más que empezar pero promete mucho.
Tuve un compañero de colegio que ya mayor abandonó sus prácticas religiosas y que, en cierta ocasión, me contó sus motivos:
-Ya sabes, Eulogio, que yo llevo muchos años sin hablar con un cura. ¿Sabes por qué? Porque todavía me jode ver por la calle al cura con el que yo me confesaba de chico. Porque oye, a aquel tío yo le contaba las pajas que me hacía y ahora le veo ahí con su doña y sus churumbeles.
La anécdota sólo se admitiría en algunos colegios privados y en ninguno público, porque, es evidente, destila varios delitos de odio, todos puestos en fila pero me resulta altamente significativa.
Por lo demás, acerca del celibato eclesiástico, lo mejor es el chiste de Eugenio:
-¿Usted es partidario de que los curas se casen?
-Hombre, si se quieren, si se quieren…
Mira Scicluna: cuando uno se dedica al sacerdocio no puede estar pendiente de una mujer y de unos hijos o, por lo menos, sería un mal esposo y un mal padre.
Personalmente, lo que me preocupa del éxtasis místico -o así, que dijo un vasco- de ‘Tucho’ Fernández, el jefe de Charly Scicluna, y de las sugerencias del propio Carlitos es que ni el uno ni el otro se arrepientan de las majaderías que decían y dicen.
Y ahora en serio, Santidad: ¿Seguro que no hay que hacer una limpia en el Dicasterio para la Doctrina de la fe? Una cosa moderada: por ejemplo, arrojar a todos los monseñores al Tíber. Salvo al conserje, que estoy seguro es un buen tipo.
¿Cuál será la próxima exposición de esta nueva moda de la teología de la bragueta?