Macron, empeñado en introducir el aborto en la Carta Magna francesa. Le responde el Papa Francisco: “Con la vida no se juega”
El presidente de Francia, Emmanuel Macron --estos días de visita en Granada participando en la cumbre europea--, está obsesionado con que el aborto sea recogido en la Carta Magna francesa. Y lo volvió a repetir esta semana con motivo de los 65 años de la Constitución francesa.
Ya lo manifestó el pasado 8 de marzo, en el Día Internacional de la Mujer: “Quiero que la fuerza de este mensaje nos ayude a cambiar nuestra Constitución para grabar la libertad de las mujeres a recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo”.
Gravons dans notre Constitution la liberté des femmes à recourir à l’IVG. pic.twitter.com/EiFZSNgVbw
— Emmanuel Macron (@EmmanuelMacron) March 8, 2023
En noviembre de 2022, la Asamblea Nacional aprobó incluir el aborto como un “derecho”. Sin embargo, en febrero de 2023 el Senado planteó este texto alternativo: «La ley determina las condiciones en que se ejerce la libertad de la mujer para interrumpir su embarazo». Desde entonces, la tramitación sigue en marcha, aunque la intención de Macron es incluir el aborto "cuanto antes" en la Carta Magna francesa.
Francia despenalizó el aborto en 1975 y en 2022 se extendió el plazo hasta las 14 semanas de embarazo.
No se trata de nuestra derrota, sino de la derrota de los niños de Francia, dijo Lejeune
Así que lo que pretende Macron es convertir el aborto --matar a un niño en el vientre de su madre-- en un derecho, que es lo grave de este asunto. E incluso en enero de 2022 ya se mostró partidario de incluir el aborto como un supuesto derecho humano en el seno de la UE.
El pasado 23 de septiembre, el Papa Francisco contó en el avión de regreso de Marsella que en una de las ocasiones en las que había hablado con el presidente francés, le había dicho a este: “Con la vida no se juega, sea la ley de no dejar crecer al niño en el vientre de la madre o la ley de eutanasia en la enfermedad o en la vejez”.
En cualquier caso, Francia profundiza cada vez más en la cultura de la muerte. Algo que ya denunció en su día el médico genetista francés Jerome Lejeune, descubridor del origen genético del síndrome de Down, cuando se aprobó en su país la primera ley del aborto, en 1975: “No se trata de nuestra derrota, sino de la derrota de los niños de Francia”. Ya que “la calidad de una civilización se mide por el respeto que manifiesta a los más débiles de sus miembros”.