El viernes 11 se conmemora el Día Mundial de la Población que, visto lo visto, tal vez debería llamarse de la despoblación. Y es que, según Funcas, se prevé que la población mundial comience a reducirse a partir de 2050. Sí, para entonces, todos calvos, pero la tendencia desde hace años es la que es y si no se toman medidas lo más probable es que se cumplan las previsiones.

Los datos son sobrecogedores. Los nacimientos en España cayeron un 38% desde 2008 y aun así no fuimos el peor país de Europa. Nos superaron Grecia (40%) y Letonia (41%). En los 15 años transcurridos entre 2008 y 2023, la cifra de nacimientos cayó en 22 de los 27 países de la UE.

Sólo Alemania, con un crecimiento del 2%, y países pequeños como Luxemburgo, Chipre o Malta, registraron más nacimientos. Conviene recordar que en Alemania existe el salario maternal, medida que debería implantar el Gobierno español cuanto antes para darle la vuelta a la trágica situación actual.

Porque la llegada de inmigrantes no podrá suplir la caída de la natalidad, en las próximas décadas. En primer lugar, porque el descenso de la natalidad también afectará a países hispanoamericanos, africanos y de Oriente Próximo, en las próximas décadas, lo que reducirá el flujo migratorio. En segundo lugar, porque esos inmigrantes también tendrán menos hijos.

Luego vendrá el drama de cómo pagar las pensiones. Que se lo pregunten a Escrivá.