La crisis editorial: consumo de lectura en el acto de leer (y II)
Hablemos de otra crisis editorial, hablemos hoy desde el punto de vista de la acción de leer, la otra eterna crisis: la de la falta de lectores. Esta crisis fue, es y será, porque lo lectores son pocos y la sociedad pos moderna con sus teorías, sus inventos y su avanzada globalización no ha logrado que redunde en un incremento cultural del ser humano. La dichosa ley del mínimo esfuerzo que tanto propugnan algunos educadores, cadenas televisivas, series, películas y líderes de la juventud han pervertido a las jóvenes generaciones minimizando casi exclusivamente como acto cultural lo visual, aquella que aunque no lo mires lo ves. Un acto en contra de lo intelectual, no lo sensual, y en contra de la lectura que sigue siendo restrictiva y, dentro de ella, los empeñados en serlo siguen siendo una minoría. Cuando hablé de la crisis editorial hace dos semanas, hablé de cómo comprar, adquirir libros en el formato que sea. Hoy hablaré de las engañizas para conseguirlo... ¡Ojo con el gratis total! Es una gran trampa. Muchos autores, en la esperanza de ser leídos, están dispuestos a regalar su trabajo, aunque luego exijan sus derechos de contrato al editor y solo haya vendido una docena de ejemplares. También muchas editoriales regalan sus libros procedentes de sobrantes de almacén (¡vamos, lo que no hay quién venda!) y todos, editores y autores, se han dado cuenta de que es tan difícil regalar como vender un libro, porque un libro a diferencia de un bolígrafo, una sartén o un edredón de plumas, no es algo práctico, sino que es un producto intelectual, y como tal hay que buscar la intelectualidad para llegar a vender ¡o regalar!, no la practicidad, porque si confundimos una cosa con la otra, el libro regalado terminará decorando el salón de un nuevo rico o equilibrando la nevera de un piso de estudiantes, o no. Luego tenemos el truquito del 2x1, y esto parece que tiene algo más de sentido, pero algunos, con el ansia de aligerar stock, pretenden alimentar la ambición del lector regalando un segundo título, pero eso solo es válido si el "2", es decir, el segundo ejemplar regalado no es morralla sino algo que está en la línea con lo que el lector elige. Por ejemplo: vender la novela, y meter de regalo un tratado sobre la reforma de la ley agraria de 1880, no parece lo más sugerente para que pique el avezado lector. Si haces una promo, haz una promo, pero no se puede tomar por tonto al público. Los lectores. Lo que es una realidad es que el que es lector, lee, independientemente de cómo lo haga. Unos son reacios a no admitir formatos digitales, otros se adaptan a un mixto y otros han descubierto las delicias de llevarlo todo en un aparato que no supera los 150 gramos, o menos -cada vez menos-. Pero lo que no tiene marcha atrás es que las nuevas generaciones empujan y lo hacen en la senda de su caminar diario y donde reciben su fondo de armario cultural: los medios más comunes (dispositivos móviles) y el colegio, cada vez más digitalizado. Para comprender esto recomiendo la lectura de Revolución (Sekotia 2013), de Román Cendoya, que hace un ensayo personal de corte antropológico y 100% contemporáneo, de cómo las nuevas tecnologías influyen en las sociedades modernas y cómo de una forma u otra les afecta en su desarrollo social o cultural. Román divide a la sociedad en colonias de afectados y las denomina como Prebotónicos a la generación nacida antes del uso natural de las botonaduras que de alguna forma automatizaban parte de su vida (interruptores de la luz), que son todos los mayores de setenta años. Los Botónicos, que somos los que nacimos ya con los botones puestos como medio de alteración de las cosas, que formaban parte de nuestro natural hacer cuando nacimos, somos los que contamos entre los 35 y 65 años, y por último los Táctiles, que es la última hornada de seres, donde sus dedos ya no hacen clic ni clac, sino que se deslizan sobre pantallas de hipersensibilidad. Allá cada uno y que se apunte a lo que le corresponda, aunque he de decir que los segmentos de humanos se corresponden más a la capacidad de adaptación mental que a la de fecha de nacimiento, porque conozco y reconozco octogenarios empeñados en ser táctiles admirables. Este artículo se lo dedico a Nikola Tesla, inventor y padre de los electromagnetismos que han sido la base de que otros le comieran la tostada o fuesen más famosos que él sin haber dado las gracias... Tres libros a cada cual más interesante que no debe dejar pasar. Humberto Pérez-Tomé Román @hptr2013