A la protagonista de esta noticia ser madre le costó caró. Literalmente, porque invirtió 100.000 euros y 8 años en conseguirlo, vía fecundación in vitro. Ahora entendemos que, por ejemplo, los fundadores del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) se forraran con la venta por nada menos que 3.000 millones de euros que les pagó KKR por un negocio de muerte.

Pues bien, cuando consiguió dar rienda a su instinto maternal, la mujer se arrepintió y definió la maternidad con una «pesadilla», ya que admitió sentir «resentimiento» y «horror» después de dar a luz.

Según publica ABC, como muchas mujeres en todo el mundo, Alice Mann, que usa un seudónimo, había soñado durante mucho tiempo con ser madre, tanto que decidió congelar sus óvulos cuando cumplió 36 años, tras salir de una relación seria.

Mirando hacia atrás, Alice cree que puede «racionalizar esos primeros sentimientos» gracias a la tormenta perfecta «de falta de sueño, hormonas y recuperación de su cesárea».

Alice justifica -o por lo menos lo intenta- que se sentía menos preparada para ser madre debido al enorme tiempo que invirtió en intentarlo, y que con cada tratamiento fallido sus objetivos iban cambiando.