Oficialmente, se trata de reducir el odio. En la practica, consiste en perseguir al discrepante... o calificarle de negacionista. En suma, si discrepas de mí es porque me odias y, tras convertir el pecado en delito, promulgo el artículo 510 del Código Penal por el que se puede condenar a quien no piensa como yo... alegando que si no piensa como yo es porque me odia mucho. Sí, condena penal con hasta tres años de prisión, ampliable a cuatro. 

Pero vayamos con los hechos. El padre Custodio Ballester ha sido absuelto de islamofobia por parte de la Audiencia Provincial de Málaga. Una gran noticia, no sólo porque se ha hecho justicia sino porque se detiene en parte, este brutal proceso liberticida de los puñeteros delitos de odio. 

La Gaceta lo explica estupendamente bien. El padre Custodio Ballester y compañía eran acusados de Islamofobia y se arriesgaban a 3 años de cárcel. Todo por decir evidencias sobre el islam, una religión más amiga de la fe que de la esperanza o el amor y por tanto, radicalmente opuesta al Cristianismo. Insisto en el ejemplo que ya hemos publicado en Hispanidad y con el que creo que se entiende a la perfección el islam: para el Cristianismo, la infancia espiritual, el hombre hijo de Dios, es una de las columnas de todo la doctrina. Para el Islam, llamar padre a Dios es una blasfemia. No hacen falta más comentarios. 

Ahora bien, esperemos que, como dice La Gaceta, esta sentencia resulte histórica, entendiendo por ello que, antes y depués de ella, habrá también un antes y un después para terminar con esta guillotina a la libertad de expresión que representan los delitos de odio.

Por cierto, sólo por casualidad, hay escasísimas sentencias por odio a la religión y son muchos más las fallos por delitos de odio contra el colectivo gay. 

Al final, el asunto es el mismo: no persigo el odio, entre otra cosas porque el odio no se puede perseguir: hay que ahogar el mal en abundancia de bien. No, lo que se persigue con los delitos de odio es al discrepante, a todo aquel que se atreva a discrepar de mí o a pronunciar algo políticamente incorrecto.