Realidad demográfica española: 7.000.000 de perros y gatos y 6.265.153 niños menores de 14 años. Nuestra pirámide poblacional está realmente animalizada. Lo que no es de extrañar, porque ese amor humano a los animales es propio de una sociedad que no está dispuesta a dejarse frustrar más de lo que está. Nadie se lo ha dicho, pero en el fondo saben que, frente a la libertad de un hijo, que puede tomar sus propias decisiones -incluido firmar la eutanasia de sus propios progenitores-, la esclavitud servil del instinto animal, no tiene precio.

Las familias españolas, en toda su variada zoología posible, incluye a las mascotas como miembros de la familia. Una aberrante postura animalista como tantas otras que la sociedad posmodernista deja tras de sí, mientras destruye al ser humano, que es quien de verdad protege al ser humano y no un ratón, un gato o el perro con lacito entre las orejas. Mascotas que comen mejor que muchos hombres, mujeres y niños en muchas partes del mundo y luego nos decimos solidarios.

Según Alejandro Macarrón Larrumbe, la caída de la media del padrón nacional, entre 2002 y 2022, es de nada más y nada menos que del 35,9%, unos 4.500.000 de personas menos. Por otro lado, en este mismo estudio, el autor expone que el porcentaje estimado de niños musulmanes en 2019, tuvo un aumento del 10% de media en toda España, según microdatos del INE. Y siguiendo esta misma línea de inmigración, Larrumbre recuerda que Cataluña tiene «mucha más inmigración que la media, con muchos musulmanes, en su gran mayoría marroquíes. También subsaharianos y pakistaníes (en Barcelona). Gerona, Lérida y Tarragona son, tras Almería, las provincias españolas con más islam» cuya distribución es la siguiente: Lérida 17%, Gerona 15%, Tarragona 13% y Barcelona 10%. Es evidente que cada vez se necesitan menos años para que el cambio de la dinámica social y antropológica esté más cerca, porque el crecimiento de población musulmana será en ascenso proporcional. Si está interesado en seguir este estudio, puede seguirlo en Extinción e islamización: la catástrofe demográfica catalana que nadie cuenta de Dolça Catalunya.

Hungría es un ejemplo claro que ha sabido dar la vuelta a la situación con políticas familistas, control de la inmigración y no dejarse chantajear por la Europa disolvente

Es evidente que nada de esto pasa sin querer. La fórmula es cara pero eficaz: décadas de hundir a la familia nuclear + promoción de familias no nucleares + ingeniería social subvencionada, programada y propagada + inmigración sin control y subvencionada = a cambio antropológico en menos de 50 años. Perfecto. Es parte del globalismo universal combatir las raíces cristianas que generan conciencia de identidad a cambio de fundamentalistas que dependerán del estado y se convertirán en una sociedad sumisa con los suyos e irascible con todo lo contrario, incluso con la mano que les dio de comer, como viene sucediendo desde hace años en Francia, cuyo gobierno y los ciudadanos autóctonos lo saben y no pueden dar marcha atrás. Una magnífica novela, Sumisión, de Michel Houellebecq, recrea una distopía sobre este mismo tema.

Sin embargo, eso no es cierto. Hungría es un ejemplo claro que ha sabido dar la vuelta a la situación con políticas familistas, control de la inmigración y no dejarse chantajear por la Europa disolvente. Trabajar desde el Estado con leyes eficaces que fomenten una visión cristiana de la sociedad y la persona que defiende la identidad del país y sus ciudadanos.

España es esa especie de tubo de ensayo donde las políticas progresistas se ponen en marcha a cuenta de los Presupuestos Generales del Estado. Al fin y al cabo, somos la puerta de Europa para Iberoamérica y viceversa. Es decir, somos un pasillo en ambas direcciones cuyos resultados interesan en todas partes. Nuestros gobiernos han sido un verdadero caballo de trolla para la deconstrucción de la antropología cristiana y natural, gracias a las ideologías más progresistas, que comenzaron mansamente con UCD la ley del divorcio en 1981, en 1985 el PSOE de Felipe González con la ley del aborto por supuestos y mantenido por el Partido Popular… Y desde José Luis Rodríguez Zapatero -al que Pedro Sánchez ha hecho bueno- la debacle: matrimonio homosexual, divorcio exprés y ley de aborto de plazos. Y ahora el gobierno actual, desde el irresponsable Ministerio de Igualdad, con Irene Montero, dan una vuelta de tuerca a la misma ley en la que desde ahora pueden abortar las menores de 16 años sin permiso paterno -aunque para la excursión del instituto o hacerse un tatuaje lleven autorización del padre o la madre-, una lista negra de médicos objetores de conciencia y dinero, mucho dinero.

España es esa especie de tubo de ensayo donde las políticas progresistas se ponen en marcha a cuenta de los Presupuestos Generales del Estado

Las leyes salvajes, extintas de sentido común, poco a poco reciben su respuesta, porque menos mal que en España los médicos son cabales, y votarán lo que sea pero tienen claro al menos que la vida es real en un embrión dentro de la madre y ya hay colegios de médicos como el de Castilla-La Macha que se niegan a que la ley Montero sea una realidad en su comunidad.

Desgraciadamente la caída de población española es patente, solo hay que dar una vuelta por el parque del barrio. Sin embargo, no tienen por qué ser un final oscuro y desintegrador como el que pretenden que sea. Quizá muchos esperan que el cambio de ciclo que parece que se está dando en nuestras ciudades llegue más pronto que tarde con Vox. Un partido que se muestra antisistema por ser antiglobalista y profamilia. Si es verdad que lo son y lo mantienen cuando lleguen al gobierno, harán ver a los españoles que lo que sucede en Polonia y Hungría también puede suceder en España. Solo hay una amenaza que nadie comenta: España puede quedar embargada por la deuda con Europa. Entonces, puede ocurrir que traten de obligar al gobierno a pasar por el aro de determinadas imposiciones ideológicas para que el proyecto progresista y anticristiano capitalizado desde Bruselas no se rompa. Pedro Sánchez es un presidente sin escrúpulos, sin sentimiento por nada y solo le interesa lo suyo -definición bastante ajustada a la psicopatía- y posiblemente la respuesta a esta hipótesis esté en la ruina que vivimos.

La alegría de ser uno más. Familias que crecen (Sekotia) de Silvia Martínez-Markus. La familia representa un papel insustituible en la historia. Su desaparición o deterioro tiene unas consecuencias capaces de hacer tambalear los cimientos de cualquier sociedad. Como decía Chesterton: “Quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen”. Sólo una institución natural ha sobrevivido a lo largo de los siglos para recibir y proteger a los seres humanos tanto en tiempo de bonanza como de crisis: la familia.

Política sin Dios (Ediciones Cristiandad) de George Weigel. El autor analiza lo que denomina “el problema europeo”: la confusión de la democracia y el secularismo. Un problema que amenaza con disolver la cultura europea y con aislar a Europa del resto de los continentes. Con un agudo y profundo sentido crítico, expone las raíces históricas del problema e insiste en la falacia de vincular como cosas indisolubles el secularismo y la democracia.

Puesto que todo está en vías de destrucción (Nuevo Inicio) de Fabrice Hadjadj. El estado crítico de nuestra época posee características especiales, extremas, y se parece mucho a una fase terminal: puede que no vivamos ya en una época, sino más bien en una prórroga. Precisamente cuando una cosa desaparece es cuando se nos revela en sus contornos más singulares. En esta nueva situación en que lo humano se ve amenazado por los exterminios tecnológico, ecológico y teocrático, las líneas de separación se difuminan, los enemigos de ayer se alían y los más revolucionarios experimentan la necesidad de recurrir a una tradición…