El mundo está revuelto. Estas ansias pacifistas, globales, pretenden imponer un nuevo orden mundial para la armonía humana. Tengo la triste sensación de que generan una agresividad contenida que provoca toda la violencia que hay en el mundo. Quizá, ese empeño humano de querer absorber cuanto más poder mejor para que nada escape de quien quiere dirigir el mundo, no es tan libre como pretenden hacernos ver los dirigentes de las potencias.

Es cierto, el mundo está revuelto y la capacidad de estar en todo, en tiempo real, nos revuelve más las neuronas y nos desquician con lo ajeno además de lo propio. Hombres contra mujeres, heterosexuales contra homosexuales, los negros contra los blancos, el norte contra el sur, occidente contra oriente, musulmanes contra cristianos y católicos contra católicos.

Sí, eso es lo que más me preocupa, lo que más nos debiera preocupar a los católicos, el enfrentamiento que se da en el seno de la Iglesia, ya sea por herejías y desobediencias explícitas de los obispos alemanes a Roma, o debatir unos y otros sobre el Papa Francisco. Y pienso que la iglesia militante, todos nosotros -desde el Papa (el que sea) hasta el último bautizado en el rincón más recóndito de la tierra-, debemos estar a una en la casa de Pedro, porque a pesar de sus defectos, es el Vicario de Cristo, la única y verdadera unión que nos ofrece la garantía de estar en el lugar correcto. 

El Papa actual se ha convertido en signo de contradicción. Pero también le ocurrió a Cristo con los judíos.

El Papa se ha convertido, como Cristo lo fue, en fuente de contradicción. Francisco para los católicos y el Señor para los judíos. Pero es posible que muchos buenos cristianos, que aman a la Iglesia que les dio la vida, y que consideran que "este Papa es un usurpador" no lo hagan por maldad, sino por su celo y como soldado de Cristo que quieren defenderse del mal. Pero aun reconociendo su buena voluntad, desde fuera se adivina que la visión que tienen de la Iglesia es demasiado humana, demasiado sin Dios, que es quien gobierna por encima de todo. Y tenemos que recordar que la Iglesia es una obra específica de Dios y por lo tanto de carácter sobrenatural. Quien no contempla a Dios, tiende a ver la vida y las circunstancias solo como hombre. 

Sin embargo, no hay nada nuevo bajo el sol. En mayo de 2010 Benedicto XVI nos recordó a todos la flaqueza de la humanidad de la Iglesia: siempre lo hemos sabido, pero hoy vemos de una manera mucho más aterradora que la mayor persecución de la iglesia no proviene de enemigos externos, sino que surge del pecado de la Iglesia. Así es. El enemigo de la Iglesia es nuestro pecado, nuestra soberbia, que tantas veces hace languidecer la gracia santificante que reaviva constantemente. Su presencia allí donde esté. José González Horrillo en su libro Conociendo al enemigo, el último capítulo, lo dedicada precisamente a esto, a los que queriendo o sin querer hacemos daño a la Iglesia desde dentro.

Muchos de los que culpan o critican a Francisco, ¿cuántas veces rezan por él? ¿Qué ayunos o penitencias hacen para la remisión de los supuestos pecados del Santo Padre? ¿Seguimos esperando los laicos a que sea el clero quién resuelva los problemas o pondremos algo de nuestra parte? Desde Vaticano II, les recuerdo a todos estos, que también los laicos tenemos una llamada específica a la santidad, y eso supone un compromiso con Dios y su Iglesia que debe plasmarse en obras. ¿Los sacerdotes predican con el ejemplo o siguen esperando a que sean los obispos y/o el Papa de turno quien diga o haga lo que hay que decir o hacer? "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos". (Mateo 7, 25-23) Es decir, eso de "el que hiciere" es de hacer, no de decir. Creo que me explico.

El mundo tiene miedo. Quizá por eso abundan los libros, y muy buenos, para luchar contra el miedo

Los católicos debemos estar todos en la casa de Pedro, con Pedro y cuidando de él. No lo olvidemos, el Papa, sea quien sea, es humano y puede cometer errores, excepto cuando habla ex cáthedra. Mientras tanto, si no comprendemos lo que vemos, lo mejor es rezar, callar y amar. Recordemos que el Espíritu Santo no posee a las personas, sino que las inspira.

Nada más que amor (Encuentro) Martín Steffens. Premio al Libro Religioso de Francia en 2016. Estamos, ante un libro dirigido a todos aquellos que tienen miedo, pero que también temen perderse a ellos mismos en dicho temor. A todos aquellos y aquellas cuyo miedo se ha elevado al cuadrado: miedo de que el miedo acabe por privarnos del gusto por la vida y del sentido de nuestra vocación.

Benedicto XVI. Últimas conversaciones (Mensajero) Peter Seewald. Lo mejor para comprender el contenido de este libro, es ver este breve vídeo de 42 segundos.

Intercesores con Cristo (Grafite) Maximiliano Calvo Ariño. Estas páginas intentan dar a conocer al pueblo de Dios la naturaleza, la grandeza, el poder, la obligación y la necesidad de oración de intercesión que hay en nuestros días, y el modo en cómo podemos convertirnos en instrumentos de poder para el cumplimiento de los planes de Dios y la restauración de su Reino en la tierra, si somos capaces de dejarnos usar y guiar por su Santo Espíritu.