Los sanitarios son los más hipocondriacos y aprensivos de todos los seres humanos. Debe ocurrir a algo parecido a lo que aseguraba mi viejo maestro, Gonzalo Redondo: el hombre inteligente es más cobarde que el necio, porque pondera mejor los riesgos del peligro al que se enfrenta. 

En cualquier caso, resulta que el epidemiólogo Oriol Mitjá ha cogido el Covid en la Feria del libro y esto le ha dejado tan preocupado que ya nos anuncia la séptima ola, que, por cierto, en otros países es la quinta. 

Lo que sí es cierto es que cunde de nuevo la histeria sanitaria. Por diversas razones me relaciono bastante con médicos y enfermeras y me sorprende que vuelven a entrar en estado de histeria. El histerismo mediático viene a continuación y entonces te aseguran que crecen los contagios y esa afirmación, sin detenerse a pensar en la gravedad de los mismos, es suficiente para reclamar la vuelta de las restricciones, confinamientos y demás atentados contra la columna vertebral de la sociedad: la libertad individual.

Mientras la OMS de Tedros Adhanom, que no es mala, sólo chiflada, nos anima a adelgazar porque los gordos no heredarán el Reino de los Cielos; es más, morirán de Covid. Se empieza bebiendo agua -malditos bebedores de agua- en lugar de vino y nunca sabremos dónde podemos acabar. Un mundo de zombies de cara agrietada que parecen estar gritando: ¡Viva las cadenas!