Lo único cierto que sabemos del Covid es que ha matado a gente y que, encima, alguien lo está explotando económica y políticamente -más incluso lo segundo que lo primero-, como si fuera una vaca
Durante la Semana santa de 2020, con el virus en plena ebullición y la población mundial recluida, con sus hogares convertidos en cárceles, el predicador del Papa, Ricardo Cantalamessa, sorprendía la mundo con un sermón en el que hablaba de al menos dos consecuencias positivas del Covid: produciría más humildad y más caridad, perdón, solidaridad, un término que significa caridad con Cristo, lo cual es un sinsentido, pero siempre conviene rendir tributo al tópico, aunque sea de forma parcial.
Pues bien, Cantalamessa se equivocó. Lo suyo era lógico pero no ha sido cierto, para desgracia de todos.
El Covid existe, sí, y alguien lo está ordeñando
No, el virus no ha terminado con la prepotencia humana, verdaderamente ridícula, ni sobre su ridículo respecto a la ciencia empírica. Antes al contrario, ha disparado el cientifismo hasta unos extremos realmente singulares y lamentables, de lo más lamentable. Nuestro Pedro Sánchez habla del triunfo de la ciencia y ni tan siquiera sabemos el origen del bicho. Como se ve en la imagen, lo único cierto que sabemos del Covid es que ha matado a gente y que, encima, alguien lo está explotando económica y políticamente -más incluso lo segundo que lo primero-, como si fuera una vaca. Económicamente, tal y como se refleja en la imagen, políticamente como se cuenta en este vídeo genial que corre por las redes sociales. Vamos hacia ahí: hacia la escoria infestada.
Y el caso Djokovic demuestra que de caridad -solidaridad- nada de nada. Todo lo contrario, ahora el policía es tu vecino.
Lo cierto es que el coronavirus ha generado una especial de enfrentamiento civil universal, donde quien se atreva a discrepar de la verdad oficial progresista, acaba siendo laminado, no ya por el poder, sino por su vecino. Acuérdense del precitado Djokovic, rodeado de policías y deportado de Australia, mientras gente tan mezquina como el canciller alemán, Olaf Scholz o el presidente español Pedro Sánchez aseguran que las normas hay que cumplirlas. Lo cual es cierto, pero no queda bien que el mandato lo recuerden quienes hacen las normas.
Cuantas más veces nos vacunemos, mejor", dijo el pollo
Y la guinda la pone el hombre entrevistado en una cola de vacunación por RTVE. Dijo así: "Cuantas más veces nos vacunemos, mejor." Ya saben, como el indio que se vacunó unas 40 veces para estar más seguro.
La idiocia crece, la necedad cunde.