Recién termino La Debacle de Occidente, obra de Eduardo Olier. Me ha gustado porque es un ensayo que aporta hechos, además de ideas. Las ideas son más importantes que los hechos, pero un buen ensayo es aquel en el que las ideas no están colgadas en el aire. Lo otro es un tratado, que es más importante que un ensayo pero no es un ensayo. 

Añadan al insoportable peso del Estado el insoportable peso del pago de pensiones, debido al feroz envejecimiento de la población

Además, el título de la obra responde al contenido. En efecto, Occidente lleva degenerando desde el final de la II Guerra Mundial pero, a partir del año 2000, la cosa empeoró, porque se pasó del relativismo a la blasfemia contra el espíritu, del "nada es verdad ni mentira" al mucho más demoniaco de la mentira es la nueva verdad y la vedad es falsa. Hemos pasado de la despenalización del aborto al derecho al aborto.

En la Debacle de Occidente hay una cita que  creo resume la debacle de Occidente, concretada en la evolución del Viejo Continente: "Los europeos disfrutan de una sociedad aparentemente opulenta, donde todo se puede obtener con facilidad, donde incluso se puede vivir sin trabajar en ninguna actividad productiva, ya sea por dedicación a la política, por las subvenciones sin número que existen o, simplemente, porque están en el selecto número de funcionarios europeos, nacionales, locales o regionales".

Y dice Escrivá que aún pueden crear 400.000 puestos de trabajo más de funcionarios en España

Y recuerden, España es Europa. En todo el continente, también en la piel de toro, los funcionarios se han convertido en una casta cada vez más numerosa y cada vez más difícil de financiar. Sobran burócratas y sobran instituciones públicas que viven de los impuestos que pagan los privados. Y es urgente reducir el tamaño del Estado, aniquilar las subvenciones y reducir el número de funcionarios, no al revés, que resultaría poco elegante.

En resumen, vivimos en una Europa vaga, extraordinariamente vaga y en una España que se ha hecho tan indolente y perezosa como Europa.

Lo más urgente, insisto, es reducir el número de funcionarios y de instituciones públicas, en España y en Europa. El proceso que vivimos es justo el contrario: cada día nace una institución que, una vez nacida, no hay forma de detener. 

El problema de la pereza es que siempre resulta un juego de suma cero: lo que alguien gana es porque alguien lo pierde

Añadan a eso el feroz envejecimiento de la población, producto de la tarea de personajes como el ministro de Seguridad Social -disparó el gasto en pensiones- y ahora de Función Pública, disparará el gasto institucional y en funcionarios, que asegura (sic) que en España aún se pueden crear 400.000 puestos de trabajo más de funcionarios. Escrivá podría haber protagonizado La Debacle de Occidente.

La debacle de Occidente es la pérdida de su identidad cristiana, sí, pero, para entendernos, así, entre nosotros, es algo más plausible; nos hemos vuelto vagos y aspiramos a vivir del cuento: los europeos y los españoles. Y lo malo es que la pereza siempre resulta un juego de suma cero: lo que alguien gana es porque alguien lo pierde.