La razón: los escándalos del socialismo español nos ubican ya en el grupo de países en subdesarrollo como especialmente en Hispanoamérica, donde no pocos dirigentes de la izquierda han sido condenados por corrupción por hechos tan graves como los que acorralan al presidente español Pedro Sánchez. Otro denominador común que nos acerca al tercermundismo hispano es la ausencia de autocrítica (“no sabía nada”), la falta de valores morales y éticos cuando no de responsabilidad política directa ante infinidad de escándalos en nombre del socialismo. Para ser la madre patria no está nada mal.

Las numerosas tramas y casos investigados por la justicia salpican al Gobierno, al PSOE y a la familia de Sánchez sin que el presidente español muestre el más mínimo atisbo de arrepentimiento ni asuma las consecuencias como cualquier otro socialista occidental del primer mundo habría hecho por indicios mucho menores. Gracias a él, España está en sospecha permanente porque no hay ni un solo escándalo por el que haya dado explicaciones salvo para acusar al otro de lo mismo. 

Si el socialismo mundial que además preside Sánchez al frente de la Internacional Socialista (IS) es el faro para proteger los derechos y libertades democráticas de la clase trabajadora, no debe serlo si la corrupción se propaga como la metástasis y desencanta a tantos electores. En la España “progresista” de Sánchez (o sea peronista, chavista, madurista, castrista, pro-iranista, socio-comunista de tintes feministas y superecologista) se comete un pucherazo “por dos votos” en las primarias del PSOE. No es descabellado suponer qué no habrán podido hacer en las últimas elecciones generales. Recordemos: aparecieron poblaciones españolas fuera de Cataluña con cuantiosos votos para el partido golpista de Puigdemont (Junts). En las generales, se conoce que los españoles con la misma papeleta por el anverso votaron al PP en el Senado y al PSOE para el Congreso en el reverso.

Nunca antes tanta corrupción en un país del primer mundo se había tolerado desde las instituciones públicas aferrándose al poder unos dirigentes que alargan la agonía del partido y ensucian aún más la reputación del socialismo español en el planeta, emulando los escándalos más grotescos a los que nos tienen acostumbrados en el tercer mundo.

Esta misma izquierda española es la que tampoco se avergüenza de encubrir, tomar como referencia y adquirir los tics caudillistas de las dictaduras en Venezuela (Nicolás Maduro), Cuba (Miguel Díaz-Canel Bermúdez) o Nicaragua(Daniel Ortega), así como de aupar el Grupo de Puebla de dudosa calidad democrática con la mediación crematística de ZP. Eso sí, se atreven a descalificar a demócratas españoles de ideología contraria como ultras, fachas, fascistas, extrema derecha o corruptos premium que enarbolan la inventada “Internacional Ultraderechista”.

Esta misma izquierda española es la que tampoco se avergüenza de encubrir, tomar como referencia y adquirir los tics caudillistas de las dictaduras en Venezuela (Nicolás Maduro), Cuba (Miguel Díaz-Canel Bermúdez) o Nicaragua (Daniel Ortega), así como de aupar el Grupo de Puebla de dudosa calidad democrática con la mediación crematística de ZP

Según varias fuentes apuntan, unos 21 presidentes hispanoamericanos han sido condenados por corrupción, muchos de ellos de la misma ideología progresista que encarna Sánchez en el PSOE y al frente de la IS. Así destacan entre otros:

Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil): Condenado en 2017 por corrupción pasiva y lavado de dinero en el caso Lava Jato, relacionado con sobornos de laconstructora Odebrecht. Recibió una sentencia de 12 años, pero las condenas fueron anuladas en 2021 por el Supremo Tribunal Federal debido a irregularidades procesales, permitiéndole regresar a la política.

Rafael Correa (Ecuador): Condenado en 2020 a ocho años de prisión por cohecho en el caso "Sobornos 2012-2016", acusado de recibir sobornos para financiar campañas electorales. Actualmente reside en Bélgica y está considerado prófugo por la justicia ecuatoriana.

Pedro Castillo (Perú): Aunque no ha sido condenado específicamente por corrupción hasta octubre de 2023, está en prisión preventiva desde diciembre de 2022, enfrentando cargos por rebelión y presuntos actos de corrupción durante su gobierno (2021-2022). Las investigaciones judiciales están en curso.

Mauricio Funes (El Salvador): Fue presidente entre 2009 y 2014, y fue condenado en 2023 a 14 años de prisión por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. Actualmente reside en Nicaragua, que le otorgó asilo, lo que lo protege de la extradición.

Salvador Sánchez Cerén (El Salvador): Presidió el país de 2014 a 2019 y ahora enfrenta acusaciones de corrupción, pero no hay información confirmada de una condena firme hasta octubre de 2023. También se encuentra en Nicaragua y está considerado prófugo de la justicia.

Dilma Rousseff (Brasil): Aunque fue destituida en 2016 por irregularidades fiscales ("pedaladas fiscales"), no enfrenta condenas por corrupción.

Cristina Fernández de Kirchner (Argentina): Condenada en 2022 y la pena fue ratificada hace unas semanas por la Corte Suprema a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para cargos públicos por administración fraudulenta en la causa "Vialidad", relacionada con irregularidades en contratos de obra pública. Recientemente, se le ha concedido que cumpla dicha condena en arresto domiciliario. 

En fase de instrucción o con procesos judiciales activossobresalen otros ex gobernantes “progresistas” de izquierdas, como son: 

Alberto Fernández (Argentina): expresidente, que estuvo al frente de la Casa Rosada entre 2019 y 2023. Ahora tiene varios procesos de instrucción abiertos por presuntas irregularidades, aunque aún no hay condenas firmes. (Ej. caso del seguro).

Gustavo Petro (Colombia): Actual presidente (desde 2022). Aunque está en ejercicio y cuenta con fuero, su campaña y gobierno han sido objeto de investigaciones y acusaciones por financiación irregular o presunta corrupción. La Fiscalía ha abierto algunas investigaciones relacionadas con su círculo cercano.

Pedro Castillo (Perú): presidió el país entre 2021 y 2022, fue destituido y detenido por intento de autogolpe. Enfrenta múltiples procesos por presunta corrupción, organización criminal y otros delitos.

Ollanta Humala (Perú): estuvo al frente del país de 2011 a 2016, y ahora se enfrenta a un proceso por lavado de activos relacionado con el caso Odebrecht, aunque ha estado en prisión preventiva, sigue en fase de juicio.

Alejandro Toledo (Perú): de 2001 a 2006 fue presidente. Al igual que Humala, se ha visto relacionado con el caso Odebrecht. Fue extraditado de EEUU a Perú, y ahora enfrenta juicio por corrupción y lavado de activos en el citado caso. 

Evo Morales (Bolivia): presidió el país entre 2006 y 2019, se enfrenta a acusaciones y procesos en su contra tras su salida del poder, aunque él denuncia "lawfare" (uso de la justicia con fines políticos). Algunos casos están en fase de investigación. Este país celebrará elecciones generales el próximo 17 de agosto... y, en caso de ser necesaria una segunda vuelta, tendrá lugar el 19 de octubre. 

Si a lo largo de la historia española exportamos cierta civilización y valores humanos, en la actualidad el socialismo español se ha contagiado de lo más repugnable con la corrupción polisémica del Gobierno, del partido y hasta de parientes cercanos para descrédito de la familia europea y de la Internacional Socialista: falsedad, malversación, prostitución, extorsión, comisiones, enchufismos, cesiones a prófugos, indultos y amnistía de más delincuentes condenados etc. Algunos exlíderes socio-comunistas del Este europeo tuvieron más dignidad que nuestros contemporáneos ibéricos. Sánchez hace honor al calificativo impuesto por la prensa internacional de “Don Teflón” por pretender que le resbalen todon sus escándalos.

Aunque no forma parte de ninguna causa abierta en marcha, algún día habría que investigar las presuntas fortunas opacas de ex dirigentes socialistas como ZP, Bono, Pepe Blanco, jefes sindicales, así como actuales cargos en ministerios y de autoridades del Estado, que sin ser precisamente magos de las finanzas ya quisieran para sí los gestores de fondos mundiales tener en nómina. 

Son además varias las sospechas que apuntan a que dinero de narco-dictaduras y de cierta petrolera venezolana pagara favores millonarios a socio-comunistas españoles (inclusive del PSOE) para comprar presuntamente la presidencia de la Internacional Socialista (IS). Pero “la izquierda no es corrupta ni roba”, dice Sánchez estos días. Damos fe. 

A España llega dinero de organizaciones internacionales (más 170.000 millones de euros de los fondos europeos Next Generation) y somos incapaces de utilizarlos para el fin ideado de salvar al país. Ahora Bruselas vigila las sospechas de favoritismo a gobiernos locales y proyectos afines al PSOE pero ajenos a la causa

El sanchismo tiene algo en común con los regímenes del tercer mundo: a España llega dinero de organizaciones internacionales (más 170.000 millones de euros de los fondos europeos Next Generation) y somos incapaces de utilizarlos para el fin ideado de salvar al país. Ahora Bruselas vigila las sospechas de favoritismo a gobiernos locales y proyectos afines al PSOE pero ajenos a la causa, mientras las víctimas de la pandemia, del volcán de La Palma, de la guerra de Ucrania, de la DANA o de los aranceles de Trump siguen a la espera.

La derecha española, aunque ha gobernado muchos menos años el país, tampoco consuela por los sonados escándalos en las etapas de Aznar y Rajoy. La tibieza de Feijóo y las cesiones al sanchismo no auguran la contundencia que los españoles esperarían ante el más mínimo indicio de acto impío, sea penal, político y/o ético. 

Como decía el ex líder comunista Julio Anguita: “Midamos a los políticos por lo que hacen… Votad al honrado y no al ladrón aunque tenga hoz y martillo”.