Otra vez la libre venta de armas en Estados Unidos. Joe Biden, en su línea: asegura que prohibiría hasta los tirachinas pero que, claro, la perfidia de los republicanos le impide llegar más allá de una mera reducción de la venta de armas.

Es verdad que el cristiano debe defenderse con la palabra, sin armas, ni de fuego ni armas blancas, y estar dispuesto a no utilizar jamás las armas contra el prójimo. Pero también es cristiana la legítima defensa, la defensa propia y la defensa de los tuyos.

El monopolio de la violencia lo tiene el Estado. Pero el Estado acaba siendo el Gobierno y es peligroso darle a un Gobierno el monopolio de la violencia

Joe Biden, como buen progresista (¿Católico progre? ¡Qué católico más raro!), es un especialista en solemnizar lo obvio y simplificar la justicia hasta hacerla injusta. 

Por ejemplo: propone no vender armas a oligofrénicos profundos -estamos de acuerdo- y luego pasar a la prohibición total de la venta de armas. Y esto en un país como Estados Unidos, cuya historia se ha construido sobre la libertad individual y la desconfianza de lo público. ¡Bien hecho! 

¿Y armas automáticas o de repetición? Otra obviedad: para defender tu hogar del malvado que entra en él, y antes para disuadirle de entrar, el débil no necesita una ametralladora, le basta con un revólver. La ametralladora mata demasiado rápido. 

Y mientras quiere reducir las armas resulta que impone el derecho al aborto

Más. La Asociación del Rifle asegura que el problema no son las armas sino la delincuencia rampante. Y tiene razón. El problema es la delincuencia y los progres del estilo Biden provocan delincuencia porque enseñan que tenemos todos los derechos y ningún deber. El Black Lives Matter (BLM), ese movimiento ante el que se arrodillan Joe Biden y Nancy Pelosi, considera que el impecune, o el afrodescendiente tienen todos los derechos, también el de la violencia, por el hecho de ser pobres.

Por otro lado, la doctrina tradicional asegura que el monopolio de la violencia corresponde al Estado. Pero el Estado acaba siendo el Gobierno y es peligroso darle a un Gobierno el monopolio de la violencia. Un gobierno es un conjunto de políticos cuyo objetivo se reduce a uno: durar.

En cualquier caso, una pistola es el instrumento con el que un débil se protege de un fuerte. Mientras se quede ahí yo no encuentro ninguna razón para prohibirlas.

En cualquier caso, una pistola es el instrumento para que el débil se proteja del fuerte

Luego está la contradicción de los partidarios de reducir o anular el uso de las armas y que se empeñan en imponer el aborto, el mayor acto de violencia del fuerte contra el débil, el más numeroso en el mundo, perpetrado con armas quirúrgicas... o con soluciones salinas para envenenar al feto. Pero eso no es violencia porque es progresista.

En cualquier caso, el débil no necesita armas sofisticadas que matan muy rápido para defenderse del fuerte. En cualquier caso, hay armas y armas. En cualquier caso, el Gobierno tiene la obligación de defender la ciudadano contra el delincuente. Si no lo hace, el ciudadano tiene derecho a defenderse por sí solo.

Y el progresismo predica todos los derechos sin deber alguno. Y eso genera violencia... generalmente de los malos contra los buenos.