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Europa, Occidente en general y nuestro país en particular siguen ignorando la realidad del cambio cultural que se avecina en nuestras ciudades en las próximas dos o tres décadas. La errada política de fronteras abiertas y la promoción de una cultura homosexualista y feminista, impulsada por la ideología de género e inculcada a través de la legislación y los medios de comunicación, ha desvirtuado el verdadero valor de la familia. La familia no solo se trata de la procreación de seres vivos, sino que es fundamental para el mundo, la cultura y la fortaleza de un país.
Muchos se burlan de la época en la que las familias numerosas eran la norma, cuando tener cinco hijos o más era común. Desafortunadamente, algunos que crecieron en esas familias han llegado a decir "es que éramos tontos", ya sea intentando ser graciosos en la barra del bar o con un tono de amargura al ver que las generaciones actuales parecen enfocarse solo en el disfrute sin asumir las consecuencias y responsabilidades de tener un hijo. Sin embargo, esas familias numerosas, tal vez inconscientemente, mantenían nuestras sociedades ricas en recursos humanos y fuertes en la cultura.
Hoy somos sociedades empobrecidas, sin crecimiento, y dominadas por una cultura que se arraiga en sus modos de vida, simplemente porque entienden que una familia con hijos es una familia fuerte, capaz de afrontar cualquier desafío. Esto sucedió después de la Segunda Guerra Mundial en Europa y en la posguerra española: la fortaleza y resiliencia venían de las familias numerosas y cohesionadas.
Según algunos estudios actuales, para que una cultura se mantenga durante más de 25 años se requiere una tasa de fertilidad superior a 2,11 hijos por familia. Con cualquier tasa demográfica menor, esa cultura decaerá. Históricamente, ninguna cultura ha logrado revertir una tasa de 1,9, y, una tasa de 1,3 hijos por mujer o familia, es imposible de recuperar. Esto se debe a que la corrección requeriría un periodo de 80 a 100 años, y ningún modelo económico puede sostener una cultura durante tanto tiempo en esas condiciones. Para entendernos mejor: si dos parejas tienen un hijo cada una, habrá la mitad de hijos que padres, y si estos hijos también tienen solo un hijo, los nietos serán solo la cuarta parte con respecto a sus abuelos.
En 2006 solo nacieron un millón de niños, lo que dificulta claramente que haya dos millones de adultos en 2026. De la misma manera que la población disminuye, también lo hace su cultura. La tasa mínima para mantener una población estable es de 2,11 hijos por mujer, pero en 2007 la tasa de fertilidad en Francia fue de 1,8, en Inglaterra de 1,6, en Grecia y Alemania de 1,3, en Italia de 1,2 y en España de 1,1. La media de la tasa de fertilidad de los 31 países de la Unión Europea es de 1,38 hijos por pareja. Las investigaciones indican que estas cifras son históricamente imposibles de revertir en cuestión de años, lo que implica que la Europa que conocemos dejará de existir. Sin embargo, la población europea no está disminuyendo debido a la inmigración, especialmente la inmigración islámica.
Desde 1990, el 90% del crecimiento demográfico en Europa ha sido por la inmigración islámica. Por ejemplo, en Francia, los franceses tienen 1,8 hijos por familia, mientras que los musulmanes tienen 8,1 hijos por familia. En el sur de Francia, un lugar que tradicionalmente tenía muchas iglesias, ahora hay más mezquitas que iglesias. El 30% de los jóvenes menores de 20 años son musulmanes, y en ciudades como Niza, Marsella o París, esta cifra ha crecido de manera que uno de cada cinco franceses es musulmán. En solo 39 años, se estima que Francia será una república islámica.
En los últimos 30 años, la población musulmana de Gran Bretaña ha crecido de 82.000 a 2.500.000, es decir, un aumento de 30 veces. Hay más de 1.000 mezquitas, muchas de ellas antiguas iglesias. En Holanda, el 50% de los recién nacidos son musulmanes, lo que según estudios significa que en solo 15 años la mitad de la población holandesa será musulmana. En Rusia hay más de 23 millones de musulmanes, lo que representa uno de cada cinco rusos, y se estima que el 40% del ejército ruso será islámico. En Canadá, la tasa de fertilidad es de 1,6 y el islam es la religión que más crece en el país.
Actualmente, en Bélgica, el 25% de la población es musulmana y también lo es el 50% de los recién nacidos. El gobierno belga ha indicado que para el año 2025, un tercio de los recién nacidos serán de familias musulmanas. El gobierno de Alemania ha sido el primero en hablar de esto públicamente y ha declarado recientemente que no pueden detener la caída en la población alemana, ya que la tendencia negativa es irreversible, por lo que Alemania tendrá un estado islámico para el año 2050.
En 2006, el líder libio Muamar el Gadafi declaró que "Hay signos de que Alá garantizará la victoria islámica sin espadas, sin pistolas, sin conquista. No necesitamos terroristas ni suicidas, los más de cincuenta millones de musulmanes que hay en Europa lo convertirán en un continente musulmán en pocas décadas". Actualmente, hay 52 millones de musulmanes en Europa, y el gobierno alemán estima que esa cifra se duplicará en los próximos 20 años, alcanzando los 104 millones.
Hace semanas cuando en el canal de podcast hablé de ello en De la tontocracia a la sharía un oyente me tachó de racista y de desconocer la realidad Belga. No me cierro a mi razón, pero ya saben ustedes, el dato mata al relato.
Los mitos de la inmigración (Península) Hein de Haas. El autor y sociólogo desmonta los 22 mitos propagados por los políticos, tanto de derechas como de izquierdas, que usan la inmigración como arma electoral, y nos da acceso a una historia distinta de la que se nos suele contar. Un libro imprescindible en un tiempo de gran incertidumbre que cambiará radicalmente nuestra forma de entender el mundo.
Coraje. El precio de la libertad (Sekotia) Hanan Serroukh. En el actual contexto social y político de España, igual que en el resto de los países europeos, surge cada día más vehemente el debate sobre la amenaza del islamismo, la gestión de los flujos migratorios y la cohesión social. Son cuestiones que se entrelazan y a su vez determinantes para la construcción del futuro, donde no se pierda la identidad al tiempo de que prevalezca la igualdad, los derechos humanos y la democracia.
Fronteras invisibles (Crítica) Maxim Samson. Nuestro mundo tiene innumerables fronteras, desde las más obvias hasta sutiles diferencias lingüísticas o climáticas que condicionan nuestra percepción de la existencia. El autor presenta 30 de esas fronteras invisibles, ejemplos intrigantes e inesperados de las múltiples formas en que nos relacionamos colectivamente con el mundo y lo experimentamos.