No es cierto que la verdad nos hace libres, es la libertad la que nos hace más verdaderos. He tardado unos días en comentar la frasecita de nuestro insigne presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, porque la cosa tiene tela y exige profunda reflexión. Es como si al final se hubiera quitado la careta y hubiésemos descubierto que detrás de su sonrisa existe una mueca.

A mí no me desagrada, la verdad. Ya era hora de que Jesús de Nazaret recibiera una réplica procedente de alguien de su mismo nivel intelectual: el presidente del Gobierno español. Sólo la más espantosa cursilería masoncilla de Mr Bean podría atreverse a tamaña majadería. Recuerden que la ignorancia es lo más atrevido que existe.

Porque lo que Zapatero ha aprendido en alguna de sus tenidas, supongo que en el mismísimo París, a quien debe obediencia, no es sino lo que lleva predicando la masonería ilustrada, los illuminati de la sociedades secretas desde hace dos siglos. Pero no lo contraponen al Evangelio de forma frontal. Lo disimulan. Sólo Mr. Bean se ha atrevido a dar el paso, guiado por su genial inconsciencia y su magna insensatez.

Veamos, la masonería utiliza el grito de libertad, igualdad y fraternidad, pero como contraposición a las tres verdades teologales: Fe, Esperanza y Amor.

Empecemos con la libertad. Para la masonería, la ilustración y el relativismo, que es una misma cosa, libertad significa liberarse de Dios, apartarle de la sociedad. Por eso el modernismo trató, con resultados tan vitoreados como cachondeables, de reinterpretar la Biblia, los milagros del Evangelio, la propia Encarnación del hijo de Dios y, cómo no la Resurrección. La masonería son muchas logias, muchas obediencias y muchas escuelas pero, al final, todo ese revoltijo se resume en el mismo relativismo, en su formulación modernista a finales del siglo XIX o en su formulación progresista más pedestre- de finales del siglo XX. En cualquier caso, liberado de Dios, el hombre sería, al fin, autónomo. Naturalmente, desterrar a Dios de la vida privada pública no significa hacer hombres autónomos, sino solitarios, pero esa es otra cuestión.

Igualad frente a esperanza. Otra vez se cumple la sentencia del gran Chesterton: las ideas modernas no son más que las viejas ideas cristianas que han enloquecido. En efecto, la esperanza en la Vida Eterna, en un mundo mejor, que realiza al hombre y que sacia sin saciar se contrapone al paraíso en la tierra, a la igualdad de los eres humanos. Además, ¿de dónde procede la igualdad si no de la dignidad de ser hijo de Dios, que es lo que homologa a ricos pobres, blancos y negros, hombres y mujeres, listos y tontos, santos y generados?

¿Y qué me dicen de la fraternidad, sin Dios? ¿Cómo voy a ser hermano de nadie si no tenemos padre común?

Y así, debemos concluir que la libertad sin verdad no es ni buena ni mala: es imposible. Y si fuera posible, habría que preguntarse lo de Lenin: ¿Libertad para qué? La verdad os hará libres tiene todo el sentido del mundo. Quiere decir, por lo menos, tres cosas: que la verdad existe, que el hombre pueda encontrarla y que la libertad no es más que la posibilidad de transitar por la realidad. Y todo lo que no sea transitar por la realidad, es locura. Libertad sin verdad es como disponer del automóvil y no tener carretera por la que circular. Es algo que sólo se le puede ocurrir a Mr. Bean, un presidente del Gobierno sobre el que las opiniones están divididas: unos piensan que es malo, otros que es tonto, y algunos empezamos a sospechar que aún ambas condiciones más una tercera: es insensato, y puesto a corregir, se ha decidido por corregir a Jesucristo. Un rapto de humilde talante, supongo.

Y no se crean que lo de ZP se sale del guión marcado por el progresismo actual. No, simplemente Mr Bean es más primario. Hasta el mismísimo Duque de Ahumada, creador de la Guardia Civil, clamaba: libertad para todo y para todos, salvo para el mal y los malhechores. Y eso porque reconocía, como ha hecho el sentido común desde hace 40 siglos, que existe lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso. Si no, ZP afirma que no existe la verdad y que lo que importa es la libertad, aunque no sepamos para qué, ni cómo, ni por qué. Mr. Bean se conforma con la tontería de Campoamor: Nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira. Naturalmente, ZP no se plantea el gran azote argumental del relativismo : si nada es verdad ni nada es mentira, ¿tampoco es cierto que nada sea verdad ni mentira? ZP está en el mayo francés, con aquellos tontainas que gritaban Prohibido Prohibir. Y entonces, ¿también está prohibida la prohibición de prohibir?

La pregunta es: ¿Cuántos ZP existen en el mundo?

Por cierto, cuando empiecen a quemar iglesias alguien se acordara de la otra frase pronunciada recientemente por Mr. Bean: El cristianismo ha sido uno de los grandes problemas de la humanidad. No está mal para el gobernante de un país donde el 75% de los ciudadanos se confiesa católico, por no contar los de otras confesiones cristianas.

Eulogio López