La vicepresidenta primera y el canciller Moratinos aseguran que no se ha pagado nada por la liberación de Alicia Gámez. Oiga, si unos terroristas fanáticos secuestran a unos occidentales para obtener un beneficio, ¿por qué van a liberar a los secuestrados sin obtener beneficio alguno?

Es igual, la mentira se ha impuesto en las relaciones políticas y económicas españolas. Ahora, cada vez que un poderoso da una respuesta hay que matizarla con cuatro o cinco contra-preguntas, y aún así...

España no pagó rescate por la liberación de los atuneros en Somalia y no ha pagado rescate por la de la cooperante catalana. De nada valdría que Malí le haga un favor a Al Qaeda y nosotros se lo hagamos a Malí, especialmente si ese favor consiste en la liberación de presos terroristas de Al Qaeda, la sumisión de la justicia de un país pobre al poder ejecutivo y, en resumen, la propagación de la infamia, entendida como la mezcla de terrorismo, chantaje y amedrentamiento.

Y si hemos pagado directamente a los chicos de Ben Laden o sucesores, peor: ese dinero, al igual que el recibido por los piratas somalíes, servirá para nuevos secuestros, hasta el mismísimo día en que Occidente comprenda que la única manera de evitar actos terroristas coincide en no ceder. Insisto: recuerden que sólo se acabó con los secuestros de aviones cuando se asaltó los aviones secuestrados. Terrible, ciertamente, porque más de un inocente murió, pero se evitaron muchas más muertes.

Lo que ocurre es que para ello se necesitan políticos menos complacientes consigo mismos que De la Vega o Moratinos para quienes el dolor ajeno, sea el 11-M, los atuneros víctimas de los piratas o los cooperantes víctimas de los islámicos, sólo supone un medio para demostrar su eficiencia política.

¿Eficiencia? Más bien pan para hoy y hambre para mañana u oportunidad para mí y tragedia para el prójimo.

Eulogio López

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