Al final, es posible que el G-7, y especialmente Estados Unidos, logren controlar el desmelenado precio del crudo. Mientas Indonesia, Venezuela y Nigeria pretendían nuevas subidas que pusieran a Occidente contra las cuerdas, Arabia Saudí ya advirtió que aumentaría la producción del crudo, con o sin acuerdo, en el seno de la Organización.

 

Pero la sorpresa llegó cuando Irán pidió que se tranquilice a los mercados, que se envíe una señal de moderación que Teherán concreta en los 28 dólares el barril. No deja de ser el nivel más alto del abanico que pretende Occidente (entre 22 y 28 dólares el barril), pero, al menos, supondría una bajada tras el desastre de días atrás con el barril Brent, asomándose hacia la mítica y desastrosa barrera de los 40 dólares (que fueron alcanzados por el West Texas).

 

De esta forma, un país hispano, Venezuela, queda como el más agresivo en la utilización política del petróleo, especialmente contra Estados Unidos y Europa Occidental. Lo que no deja de ser llamativo.