Sr. Director:
Parece ser que esta tarde habrá "fumata blanca", y que el Tribunal Constitucional dictará sentencia sobre la reforma del Código Civil de julio de 2005 que permitió el llamado matrimonio entre personas del mismo sexo, impugnada por el PP.

¡¡Siete años después!! Claro que, si tenemos en cuenta que para resolver si multar al comerciante catalán que rotule en castellano es o no acorde a la Carta Magna tardaron 16 años, puede calificarse de ultra rápida la que decidirá -probablemente por 6 votos contra 5-, que es constitucional el matrimonio entre personas del mismo sexo.

En 1977, cuando los debates parlamentarios, el senador Xirinachs presentó una enmienda al artículo 32, a fin de que se contemplara ya el "matrimonio" homosexual. Se sometió a votación y se rechazó la enmienda.

Por su parte, el Tribunal Constitucional, en Auto de la Sala Primera 222/1994, de 11 de julio, dijo que no había dicriminación ex artículo 14 C.E. por tratar favorablemente el matrimonio heterosexual, y que éste es el único que contempla la Constitución, sin perjuicio de que el legislador ordinario pudiera establecer una especie de estatuto de derechos y deberes derivados de la convivencia entre homosexuales, pero no sería un derecho constitucional al matrimonio, que sólo tienen el hombre y la mujer, no dos hombres o dos mujeres.

En efecto, el artículo 32 de la Constitución contiene una garantía institucional del matrimonio, con un determinado contenido, arrostrado desde hace milenios. Ocurre con el artículo 32 lo mismo que en alguno de los subsiguientes preceptos, en los que también existen unas garantías institucionales, como la propiedad privada y las sucesiones mortis causa.

La existencia de una garantía institucional determina la inconstitucionalidad de las eventuales normas que tuvieran por objeto suprimir la susodicha institución, la de aquellas que la vacíen de su contenido, así como la de aquellas otras que, con la creación de figuras paralelas, lleguen a resultados similares.

Hubiera sido necesaria una reforma constitucional para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, no simplemente una ley ordinaria que añade un párrafo al artículo 44 del Código Civil.

En los ocho años escasos de ZP se ha reformado la CE por vías de hecho, se ha cambiado el modelo de sociedad, introducido la denominada ideología de género, un veneno que está corroyendo la sociedad. Nadie nace hombre o mujer. Es algo opcional. Yo mañana puedo ir al Registro Civil y decir que para el futuro quiero llamarme María Ángeles Ferrín Calamita, y legalmente paso a ser una mujer, aun con apariencia de hombre...

Ya no hay marido y mujer, esposa o esposo, sino progenitor A y progenitor B.

El contrato de matrimonio se ha convertido en un contrato basura. Uno está ligado casi toda su vida a un banco, pero al cónyuge le puedes pegar la patada a los tres meses de la boda...

El que dos personas del mismo sexo puedan casarse se entiende que indirectamente tienen derecho a adoptar hijos, aunque ¿en dónde quedan los derechos del menor? ¿No dice toda la normativa en la materia que prevalece el interés del menor? Pues no, se hace prevalecer el interés de dos personas adultas.

Se experimenta así con el menor. Sólo cuando esos menores sean mayores se sabrá el alcance y consecuencias de estas aberrantes leyes. ¿Quién responderá de posibles traumas? El Estado, si esas personas, alcanzada la mayoría de edad, reclaman por daños morales, como lo están haciendo en Holanda.

No es sólo cuestión del nombre, de que no se llamen matrimonio.

No hay discriminación cuando se trata de situaciones diferentes. La justicia no está en tratar por igual a todos, sino en tratar de forma desigual lo que es desigual.

En fin, un día triste para el supuesto Estado de Derecho que tenemos. La razón, la historia y el Derecho ceden por criterios oportunistas y políticos. Si el TC declarara ahora, siete años después, que es inconstitucional el matrimonio entre personas del mismo sexo, todos los celebrados desde julio de 2005 hasta ahora serían nulos de pleno derecho...

Y no olvidar que esta reforma legal es de la que más orgulloso dijo estar ZP en sus casi ocho años de desgobierno, en los que casi hunde la barca... Claro, su megalomanía le ha impulsado a querer pasar a la posteridad como la persona que cambió una institución bimilenaria. Pobre ZP. Una persona irresponsable, personal y de facto también jurídicamente, ya que se ha ido "de rositas". Después de atacar el matrimonio, la familia y la Iglesia ¿qué le queda? Dinero. 150.000 euros anuales.

Que no se llevará a la tumba. Siempre estás a tiempo de rectificar, Papes.

Fernando Ferrín Calamita