E.ON recuerda que hay que instalar eólicas donde corre el viento, no donde corren las subvenciones públicas

Juan Avilés, uno de los más cualificados expertos en planificación energética, autor de "La energía en la España del siglo XXI: 2000-2025", se hubiera sentido feliz de haber escuchado, la mañana del miércoles 7, a Wulf Bernotat, presidente de la primera empresa energética europea, E.ON. En vísperas del Cumbre europea de la Energía, y tras el informe de la Comisión Europea (ya saben, para 2020, el 20% de la energía producida debe ser renovable, especialmente eólica), Bernotat debía expresar la opinión de quienes se dedican… a producir energía. Y vaya si lo hizo

Avilés se hubiera sentido feliz porque, en guante de seda, bajo el principio de que compartía los objetivos finales de la Comisión (¿Quién podría no compartir dos objetivos como asegurar el suministro energético de Europa y respetar el medio ambiente?), Bernotat echó por tierra, tanto las tesis de Bruselas como las del Gobierno de Ángela Merkel, quien ha aceptado, para goce francés, renunciar a la energía nuclear.

Lo que viene decir Bernotat es que está muy bien un 20% de renovables, pero nos queda el 80% restante. Y que no hay energía más limpia cara al calentamiento global que la nuclear, que es, al mismo tiempo, la que mejor asegura la soberanía europea, un continente importador neto de energía.

Para hacernos una idea, el gran proyecto de renovables de E.ON son los molinillos marinos en el Mar del Norte y en el Báltico. Pues bien, ese megaproyecto verde supondrá unos 500 MW, es decir, menos de la mitad que los modernos reactores nucleares.

Pero como los políticos sólo hacen caso de quien hace más ruido, y los ecologistas hacen más ruido que los expertos, a la Comisión le ha salido un plan energético de lo más chic y de lo más inútil, ante el cual los especialistas tuercen el gesto y sonríen: saben que no se va a cumplir.

En España la situación es tan grave como en Alemania. El Gobierno, influido por el lobby roji-verde, se niega a abrir nuevas centrales e incluso a alargar la vida de las ya existentes.

Y no sólo eso, sino que E.ON también cree, en plena coincidencia con la tesis de Juan Avilés, que la nuclear debe combinarse con el carbón, el único mineral de que Europa posee reservas (y, además, el que mejor regulador). En este sentido, Bernotat resalta las investigaciones de E.ON para reducir la emisión de gases invernadero, sobre todo CO2, procedentes de la combustión de carbón.

Pero la clave del abastecimiento y de la reducción del efecto invernadero está en la nuclear, la energía, demás, más barata de todas. Avilés incluso llega a proponer que el futuro del trasporte no contaminante es el coche eléctrico… alimentado con kilowatio nuclear.

En cualquier caso, Bernotat ha vuelto a sacarle los colores a la Comisión, es decir, la clase política europea, que está conduciendo al Continente a la dependencia energética… la peor de las dependencias (después de la dependencia informativa cultural)… entre otras cosas porque todo el desarrollo económico pasa por un enchufe.

Además, ya saben que hay que instalar molinillos donde corre le viento, no donde corren las subvenciones públicas. Al parecer, en todos los sitios cuecen habas.