Antes de nada, quiero aclarar que no me entristeceré de que algo le marche al Partido Popular. Lo que me entristecería sería lo contrario. Ese engendro llamado centro-reformismo, creado por José María Aznar, y ratificado por Mariano Rajoy, me parece uno de los más nefastos inventos de la historia política reciente. Dicho esto

La chulería con la que en la mañana del martes Josep Piqué se ha desdecido sin desdecirse, demuestra que la crisis del Partido Popular ha comenzado. Desde Singapur, Mariano Rajoy afeó las palabras de Josep Piqué y defendió a sus dos máximos colaboradores, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana: ¿qué otra cosa podía hacer?

Pero en el PP hay quien piensa que Rajoy está feliz con las palabras de Piqué. Ya ha quedado claro que Zaplana y Acebes son lo viejo, y que, naturalmente, van a tomar el poder los jóvenes leones. A saber: José María Lasalle, Francisco Villar, Gabriel Elorriaga, Fernández-Lasquety, Pedro Arriola, etc. Todos ellos se caracterizan por su modernidad, interpretada ahora como laicismo, y por su edad: es decir, que Rajoy opta por lo moderno y, al mismo tiempo, se rodea de jóvenes que nunca le discutirán la primacía.

Y hasta lo de moderno o progresista, o centro-reformista, es falso. Zaplana, hacedor de la ley de parejas de hecho en Valencia podría pasar, pero Ángel Acebes No, lo que Rajoy quiere es liberarse de todos los que fueron ministros u ocuparon cargos de relevancia con Aznar o en la esfera internacional: quiere librarse de Rato, de Mayor Oreja, de Loyola de Palacio, Juan José Lucas, de Álvarez Cascos, de Federico Trillo, etc. De todos aquellos a los que no puede convencer con pocas palabras de, por ejemplo, el fracaso de Galicia. Rajoy, ahora mismo, no busca ganar el Gobierno, sino asegurarse la Presidencia del Partido Popular. Sus enemigos no son los socialistas, son sus correligionarios. Ideológicamente ha optado por el laicismo, la modernidad, la progresía y el centro-reformismo, sí, pero eso es lo de menos: lo de más es que nadie pueda hacerle sombra.

En este punto es donde Piqué se convierte en un perfecto tonto útil. Con su discurso viperino (el discurso, no la lengua) Piqué va a librar una batalla de donde saldrán derrotados sus enemigos (Acebes y Zaplana) y él mismo, aunque esto segundo no lo sabe. El vencedor será Rajoy, una persona que no tiene ideario claro pero sí una idea clara: quiere seguir mandando. Y cuando los dos bandos se hayan enfrentado en un conflicto irreconciliable, entonces Rajoy, muy a su pesar, será obligado a prescindir de ambos.

Eulogio López