A partir del 1 de julio, cuando entre en vigor la ley del divorcio express, abandonar a la parienta en España va a resultar más fácil que hacerlo en Las Vegas, por decir algo. A los tres meses de casados y te puedes divorciar, sin pasar por el engorroso trámite previo de la separación. Además, si uno de los cónyuges pide la separación previa, ya saben, por aquello de intentar recomponer las cosas, pero el otro se empecina en el divorcio, el juez atenderá, lógicamente, al progresista, y procederá al divorcio directo. Naturalmente, si hubiera o hubiere malos tratos, el divorcio se concederá automáticamente. Me da la impresión de que los malos tratos van a crecer de forma exponencial en España a partir de julio.

La administración de Justicia se va a ver beneficiada largamente por este asunto, porque un divorcio amistoso una contradicción in terminis lo sé- puede salir por los 3.000 euros. Los abogados matrimonialistas, es decir, abogados especialistas en cargarse matrimonios, están muy enfadados: la actual normativa es muy poco progresista, dado que introduce menos euros en los bolsillos progresistas, es decir, en los suyos. Por eso mismo, esperan y alientan que tanto esposos como mujeres defiendan sus derechos pagando un pastón, o se divorcien por mutuo acuerdo, peleen las pensiones de los hijos, la custodia compartida y, si ello fuera posible, los malos tratos. Esto engorda la minuta una barbaridad.

No se si saben el viejo chiste del cura que sube al púlpito exclama: Hermanos, tengo que daros una triste noticia: somos el segundo pueblo que más blasfema de todo el arciprestazgo. En ese momento, uno de los viejos de lugar, se quita la boina y jalea a sus vecinos: ¡Rediez, hemos de ser los primeros!

En España se destroza un matrimonio (perdón una unidad de convivencia afectiva), cada cuatro minutos, lo cual revela el estado sano y edificante de nuestra sociedad. Pero Zapatero está dispuesto a mejorar la posición: pongamos un divorcio cada dos minutos. Él ya ha puesto todo de su parte. El resto, se lo deja a los protagonistas. Lo que está claro es que la ley del divorcio Express era el proyecto político y legislativo más urgente para el país. Sobre eso, no nos engañemos, existe un gran consenso social. Por cierto fue aprobado el mismo día que el matrimonio gay, lo que ha dado pábulo a algunos malpensados a unir el significado de ambas normas. Nada más lejos de la realidad: el hecho de que las parejas gays duren menos que un caramelo a la puerta de un colegio (es decir, lo que antes se llamaba promiscuidad, hasta que descubrimos que no era sino uno de las olorosas flores que crecen en el jardín de la libertad) no debe dar lugar a interpretaciones maliciosas, es decir, heterosexuales. Señores, estamos en la Administración socialista, donde una de sus más renombradas altos cargos, le acaba de birlar el novio a su hija, un ejercicio de libertad afectiva que sólo puede escandalizar a los retrógrados: C´est lamour!

Sin embargo, el problema más profundo de la ley no es nada de lo anterior. No, lo más llamativo de la norma es que, como recuerda la vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, se acabaron los culpables. Hasta ahora, y en toda la historia de la humanidad, en todas las culturas, en todas las normas, el divorcio era consecuencia de un incumplimiento de los deberes conyugales asumidos en el matrimonio. No se lo van a creer, pero, precisamente, el incumplimiento de tales deberes (no sólo el de la fidelidad, malpensados) era el material que el juez examinaba para tomar una decisión. Pero claro, la historia de la humanidad se divide en dos: antes y después de ZP. Ahora, hemos descubierto que todo eso del cumplimiento de los compromisos genera un enorme sentimiento de culpa, lo cual puede dar lugar a terribles depresiones. Así que, acabemos con los complejos, los prejuicios, sobre todo, con el sentimiento de culpa. Uno se divorcia porque le viene en gana. Sí un miembro de la pareja, el menos progresista, no quiere divorciarse, pues el juez, como hemos dicho antes, tendrá que optar por la modernidad y que le vayan dando. Ya saben: a este pueblo le hacemos progre aunque tengamos que divorciarlos a todos.

El siguiente paso, naturalmente, no será un divorcio más amplio, entre otras cosas porque no es posible, sino la anulación del matrimonio, lamentable preámbulo que da lugar al posterior divorcio, y que nos podríamos ahorrar tan ricamente. Porque, no nos engañemos, eso del compromiso, del voto, es algo muy anticuado, que debe recluirse en el derecho mercantil, en cosas tan prosaicas como el dinero. Pero no en cuestiones de amor. El amor debe ser libre.

Sinceramente, ZP: creo que te estás quedando corto. Caminemos demasiado lento. Libérate del pudor y de los viejos atavismos clericales. Tu mente de águila y tu ojo de zorro (¿o era al revés?) exigen que des el paso definitivo : cárgate el matrimonio. Si algún clerical quiere casarse, comprometerse, entregarse y amargarse, déjales la Iglesia para que se entreguen para toda la vida. Pero tú al amor sin papeles. Como un buen progresista. Y pasarás a la historia, muchacho, ya lo creo que sí: conseguirás que todo el mundo se case por la Iglesia.

Eulogio López