Con los mismos parámetros que las comedias clásicas de periodismo de los años 30 y 40, Morning Glory describe con mucho humor la lucha diaria de una pequeña cadena de televisión para conseguir una buena audiencia matinal.

Rachel Adams encarna a Becky Fuller, una joven y avispada productora  de televisión a la que ofrecen sacar adelante el programa Daybreak, el último en índices de audiencia de la mañana. Becky decide dar una vuelta a este magazine matinal fichando como presentador a un periodista veterano  y serio, pero con fama de intratable, llamado Mike Pomeroy quien, aunque perteneciente a la plantilla del canal, se encuentra totalmente apartado de día a día. Cuando éste se entera que no le queda otro remedio que lidiar con la presentadora-maruja de la cadena, se arma el follón

La guerra de sexos, la dificultad de conciliar vida personal y profesional, la dictadura de las audiencias, la pugna entre el periodismo serio y el sensacionalista son algunos de los temas abordados en esta simpática comedia llena de gags y situaciones disparatadas sobre el mundo televisivo, algunas de los cuales se acercan al día a día de una cadena de TV más de lo que  a simple vista parece (atención al momento donde rotulan por error  como acosador sexual a un ex presidente de los EEUU). Aunque, sin duda, el principal gancho comercial de esta comedia se encuentra en la presencia de Harrison Ford (insuperable haciendo de borde) y Diane Keaton, tan divertida como  histriónica en su papel de conductora matinal

En cuanto al apartado técnico, detrás de esta comedia elegante  también reconocemos  dos nombres: Roger Mitchell, director de Notting Hill y la guionista Alinne Brosh MCkenna, responsable en esa parcela de éxitos tan comerciales como El diablo se viste de Prada.

Eso sí, a alguno le dejará descolocado el desenlace: muy real en los tiempos de periodismo que vivimos.

Para: Los admiradores de las comedias clásicas