Lanzar un ultimátum sobre intervención, a fecha fija, es llevar a la supervisión bancaria los métodos de El Padrino

A la entidad cordobesa le obligan a despedir a 1.000 trabajadores, la tercera parte de la plantilla, cuando el Protocolo de fusión excluía las medidas laborales traumáticas. MAFO no permite reabrir negociaciones con Caja Murcia. El error de Cajasur: no contratar a una consultora para el acuerdo. El PSOE quiere forjar un sistema bancario afín: Cajasur sólo es el comienzo.
El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, se está ensañando a gusto con Cajasur, la caja de los curas, en el sentido de que la entidad rectora es el Obispado, fundador de la entidad.

El PSOE -al que pertenecen tanto Zapatero como MAFO, aunque luego tengan sus divergencias en materia macroeconómica- quiere un sistema bancario afín, dócil y sumiso, regido por filosocialistas.

Y no es que la Iglesia se haya negado a que su entidad sea absorbida por Unicaja, entidad presidida por el socialista Braulio Medel, siempre al servicio de la Junta de Andalucía, sino que confió en la buena fe -¡Qué iluso!-. En pocas palabras, Unicaja contrató a Boston Consulting Group (BCG) para abordar la fusión mientras que el presidente de Cajasur, Santiago Gómez Sierra, prefirió ahorrarse ese dinero. Resultado, Unicaja no cede nada y Cajasur lo cede todo, mientras Braulio Medel aprovecha la fusión para perpetuarse en el cargo, ahora corregido y aumentado, del cargo del que tenía haberse jubilado.

De hecho, en el protocolo de fusión, Cajasur sólo solicitaba mantener la obra benéfico-social que el Obispado hacía a través del beneficio de Cajasur, una sede en Córdoba y el mantenimiento de la plantilla. Todo ello fue aceptado por Medel y por MAFO en el protocolo firmado en julio, pero luego llegó BCG exigiendo nada menos que echar a la calle a la tercera parte de la plantilla. Naturalmente, los sindicatos -CCOO y UGT habían aprobado la fusión y ahora, tras recomendarse el millar de despidos, se echa las manos a la cabeza. Conclusión: Cajasur ha dado marcha atrás en el proceso de fusión.

Medel ni se inmuta: deja que la autoridad supervisora le haga el trabajo sucio. Bueno, el Banco de España y la Junta, porque la consejera de Economía de la Junta, Carmen Martínez Aguayo, se ha apresurado a llamar a capítulo al sacerdote Gómez Sierra, al que presionó a gusto.

Pero lo de MAFO fue peor. En uno de sus más histriónicos arrebatos de cólera, el gobernador dio un ultimátum: prohibió a los directivos de Cajasur que volvieran a negociar con Caja Murcia, a pesar de que MAFO es un entusiasta de las fusiones inter-regionales, para restar poder a las comunidades autónomas pero aquí no, aquí se trata de utilizar a Cajasur como escarmiento ante posibles rebeldías. Eso sí, MAFO todavía no se atreve con gobiernos autónomos, que tienen mas poder, como, por ejemplo, el catalán. Pero con la Iglesia, sí.

El asunto tiene enjundia: amenazar con la intervención es llevar los métodos mafiosos a la supervisión bancaria. En primer lugar, porque si se va a intervenir no se dice, dado que puede provocar pánico entre los clientes. En segundo lugar, porque no se interviene por que hayan aparecido nuevas pérdidas sino porque uno de los contrayentes asegura que no se casa ante el incumplimiento de las promesas por parte del otro: en el protocolo de fusión fijado en julio se hablaba de reptar a la plantilla, los derechos adquiridos y, lo más importante, que no se recurriría a expedientes traumáticos: si echar a la calle a 1 de cada 3 trabajadores (no se habla de la plantilla de la absorbente, Unicaja, claro está) no es traumático...

No está en juego la Cajasur, dependiente de un obispado, sino la independencia de cajas de ahorros y de banco, porque el objetivo final del PSOE, tanto de ZP como de MAFO es controlar la banca y conseguir banqueros y cajeros afines al PSOE.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com