La portada de Hispanidad del miércoles 26 ha dado que hablar. El redactor comentaba a las 15,15, hora local española, la "caradura" del presidente del BBVA, Francisco González, quien ha ‘convencido' a su Consejo para elevar la edad de jubilación desde los 65 a los 70 años de edad (tiene 63). Horas después, la agencia Europa Press accedía a la página de la CNMV y surgía la sorpresa de fin de jornada: en Telefónica directamente se suprimía el límite de edad para consejeros y ejecutivos, hasta ahora fijado en los 65 años. ¿Estamos ante casos gemelos? No me parece.

En primer lugar, lo que destacábamos en el caso BBVA no era la ampliación del límite de edad. En mi opinión, los límites de edad son ridículos. Si acaso, los límites temporales, por aquello de no perpetuarse en los cargos. Pero limitar según edad es lo mismo que limitar según sexo o según provincia de nacimiento.

No, lo que denostaba el autor del informe era que, mientras el presidente FG se considera muy capaz de ejercer su función administradora hasta los 70 años, obligan a los ejecutivos a dejar de ejercer su función gestora a los 50, quieran o no. En Telefónica, el presidente César Alierta -62 años- acaba de nombrar un consejero delegado a Julio Linares -63 años-. En Telefónica, se suprime el límite de edad, tanto para consejeros como para ejecutivos.

¿Y por qué FG echa a la gente a los 50? Pues porque los ejecutivos jóvenes son más dóciles que los veteranos, que, como diría un castizo, y perdón por la expresión, "tienen el culo pelao". Es la misma razón por la que FG –y en esto también Alierta, Botín, Brufau o cualquier de los grandes banqueros o empresarios españoles- prejubilan a todas las categorías: es la mejor manera de precarizar el empleo y obtener plantillas sumisas y con nula capacidad de defensa sindical.

Pero el parangón entre FG y Alierta –por lo demás dos grandes amigos- va más allá. Llega al único asunto verdaderamente importante de la empresa española: las retribuciones de los directivos. Vamos a compararlas:

César Alierta cobra 3 millones de euros por presidir la primera compañía española. FG cobró 9,7 millones en 2006 por presidir el segundo banco del país. Alierta no tiene pensión de jubilación, mientras FG, a 31 de diciembre de 2006, sumaba 53 millones de euros. No me extraña que quiera quedarse otros siete años: si en 5 ha atesorado 53, en 12 pueden más que duplicar dicha cantidad.

Sigamos: tanto Alierta como FG tiene blindaje. En Telefónica, los directivos cobran entre uno y tres años de extra cuando se retiran. Por tanto, el blindaje máximo que puede llevarse Alierta a su casa es de 9 millones de euros. Sin embargo, FG se reparte, junto al consejero delegado y al secretario del Consejo, José Maldonado, 122 millones de euros, tanto si se va como si le echan (no me negarán que, de cara a una OPA, esto es genial). De esa cantidad, por traslación de las retribuciones, FG se lleva, en el peor de los casos, más de la mitad.

Así que no me extraña que quiera permanecer en el puesto el mayor tiempo posible, como tampoco me extraña que prejubile a los 50. Yo que él, me quedaba hasta los 100. Aunque supongo que la OPA llegará antes.

¿Me gusta el esquema Alierta? Mucho más que el escandaloso esquema de FG, sin duda. Pero aún me gusta más lo de Botín, el verdadero consejero independiente, esto es, el que se juega sus cuartos. Botín posee el 0,80% del capital del Santander, y su familia -más, menos- un 2,5%. Por tanto, los principales ingresos del cántabro son los que obtiene del dividendo que otorga el banco, el mismo al que puede acceder, en su porción inversora correspondiente, Juan Español, accionistas del banco cántabro.

Lo más grave que ha hecho Botín en materia de retribuciones fue comprar la marcha de sus rivales, José María Amusátegui y Ángel Corcóstegui. Además, también premia la fidelidad perruna de sus ejecutivos. No olvidemos que el segundo ejecutivo mejor pagado de España, tras FG, es Alfredo Sáenz.

Pero el esquema que más me gusta es el del Popular, porque está lleno de consejeros dominicales. Botín compra la docilidad de su Consejo con emolumentos que cobran una veintena de vocales con cargo al dinero de los accionistas. Por contra, en el Popular el presidente, Ángel Ron, cobra su sueldo –que por cierto, no llega al millón de euros- y los consejeros cobran lo mismo que el resto de accionistas, grandes y pequeños: el dividendo que les corresponde.

Este es el único esquema justo de retribución en los altos cargos de las empresas: los miembros del Consejo, encargados de administrar y controlar a los ejecutivos, y representantes los accionistas, deben cobrar su dividendo, sin atenciones estatutarias, participación en beneficios, seguros o fondos de pensiones. Los ejecutivos, deben cobrar su sueldo, si acaso un bonus según objetivos. Y si un consejero o un directivo quieren cobrar más... que compre más acciones de la empresa en la que se supone debe confiar ciegamente. Se supone que la hacen ellos.

Una cosa más: el objetivo final contra presidentes esquilmadores del patrimonio societario no sólo es la transparencia. El paso que debería dar la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) no puede conformarse con que los accionistas sean informados del salario de consejeros y ejecutivos, sino que aprueben –o denieguen- todo tipo de retribuciones de consejeros y ejecutivos. ¿O es que no son los dueños? Estamos en campaña electoral: es un buen momento para plantear dicha reforma normativa.

Eulogio López