Miedo a entrar en clase. Insultos, amenazas, agresiones verbales y físicas. Presiones de los padres, de la dirección, de los políticos…

Los profesores de Secundaria y Bachillerato no pueden más. Ellos son las primeras víctimas de la violencia que se cuela por las aulas, aunque puertas y ventanas estén cerradas a la vida. Un estudio del sindicato ANPE revela que un 70 por ciento de los maestros que llaman al Defensor del Profesor -línea telefónica abierta en 2005- lo hace para denunciar "la imposibilidad de dar clases debido a la conflictividad en las aulas".

De las 4.603 llamadas, el 20 por ciento fue por agresiones o amenazas verbales y un 7 por ciento, por agresiones físicas. El 3 por ciento lo hizo por problemas con la administración educativa o el equipo directivo del centro.

La ESO es la etapa más conflictiva. El presidente de ANPE, Nicolás Fernández, reconoce que está pendiente de una reforma en profundidad para que garantice la eficacia educativa para todos los alumnos.

ANPE pide que se reconozca la autoridad pública al profesor en el ejercicio de su función, como la de los policías y los inspectores, para que las conductas contra su persona estén especialmente agravadas en su punibilidad. También reclama un aumento de la valoración social de la tarea docente.

Clemente Ferrer Roselló

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