• El Banco de España quiere entregar al nuevo supervisor paneuropeo un sector en perfecto estado de revista.
  • Desde el 1 de enero empezará a formarse el cuerpo de 700 inspectores dependientes del BCE de Francfort.
  • Los más disgustados con el megasupervisor son los dos grandes: Santander y BBVA.

El Banco de España irá perdiendo paulatinamente, a partir del 1 de enero, su principal función y su primer poder: la inspección de la banca española. Poco a poco, se hará con ese papel el Banco Central Europeo (BCE), con un cuerpo de 700 inspectores radicados en Francfort. Es el momento de la entrega de poderes y el gobernador Luis María Linde (en la imagen) quiere entregar al BCE un sector en perfecto estado de revista.

A ese objetivo obedece la nueva circular sobre inspección bancaria que hizo pública el supervisor español en la mañana del martes 1 de octubre. La verdad es que no se necesitan nuevas normas sino aplicar con profesionalidad, y sin intromisiones políticas o de poder, las ya existentes. De hecho, el anterior gobernador del inspector, el socialista Miguel Ángel Fernández Ordóñez, supervisó la crisis bancaria, mal llamada crisis de las cajas de ahorros, la que ha llevado al rescate bancario español, pero los tribunales le han dado el visto bueno a su labor. Y eso que afrontó la denuncia del cuerpo de inspectores en el sentido de que no se hacía caso de sus informes.

En cualquier caso, los dos grandes bancos, Santander y BBVA, son los más descontentos con la europeización de la inspección bancaria. Los bancos centrales funcionan bajo el mismo principio que los clientes de activo: si le debes un millón de euros al banco tienes un problema pero si le debes 1.000 millones es el banco el que tiene un problema.

El cuerpo de inspectores puede alertar sobre el peligro de una entidad pero si ésta es demasiado grande el problema es del supervisor... y de todos los ciudadanos, que acostumbran a pagar los platos rotos.

El caso es que los bancos presididos por Emilio Botín y Francisco González, demasiado grandes para España, contaban con esa ventaja: si tuvieran dificultades serían dificultades sistémicas, por lo que la inspección nunca era tan dura como en una entidad pequeña.

Por otra parte, el criterio de supervisión europeo lo fía todo, al igual que Basilea, a la capitalización de las entidades, sin percatarse de que un buen banco no es un banco con mucho capital sino un banco con poca mora.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com