Junto a Ceuta y Melilla, la ciudad catalana es el campo de pruebas de la lucha de España contra los radicales musulmanes

 

Lérida continúa en el ojo del huracán por los continuos cierres de la mezquita de Ibn Hazn. Por los menos en dos ocasiones ha tenido que cerrar las puertas debido a que ha superado el aforo máximo permitido, pero posteriormente siempre ha reabierto.

Sin embargo, el verdadero peligro no es una posible avalancha que cause una tragedia por el exceso de gente, sino lo que se predica en ella, como dice Marta Alòs en un artículo de opinión del diario Segre, uno de los diarios más vendidos de Lérida. La autora del artículo habla del imán de la mezquita de Lérida, el integrista Abdelwahab Houzi, y su predicación sobre la no integración con la sociedad de acogida de manera que se cree una sociedad paralela en favor de la uma, la comunidad de los creyentes. De esta manera, se crea un gueto, en el que las propias leyes islámicas son las que rigen, por encima de las leyes del país. No solamente la policía ve con preocupación las ideas salafistas que se predican desde la mezquita, sino que también grupos de musulmanes también han denunciado el fundamentalismo que se enseña.

Pero lo que predica el imán de Lérida, no se da sólo en la ciudad catalana. Telemadrid emitió un documental muy bien hecho, Objetivo Yihad,  en el que señala a aquellos imanes repartidos por la geografía española que profesan el salafismo, la corriente más violenta del integrismo islámico. Si bien ante las cámaras intentan ofrecer una imagen tolerante, lo cierto es que expertos en la lucha antiterrorista señalan a 12 imanes que aparecen en el documental como los más violentos de España. Pero un problema con el que se encuentra la Fiscalía de la Audiencia Nacional es la dificultad legal para combatir el adoctrinamiento y el proselitismo de estos grupos que convierten a creyentes en posibles terroristas.

¿Y qué respuesta hay en España ante este peligro? Como suele suceder, la respuesta es débil y tampoco se piensa como en su día la expresó el ex primer ministro de Australia, John Howard, cuando el día que dejó el cargo manifestó que los musulmanes que quisieran aplicar la Sharia, que se marcharan de Australia, y afirmó que si los inmigrantes querían ser parte de esa sociedad que aceptaran sus creencias, costumbres y estilo de vida como los australianos toleran sus creencias (y es que decir eso puede significar ser tachado de racista, xenófobo, de extrema derecha o de cualquier otro adjetivo).

Pero en España, y más concretamente en Lérida, se está pensando en cambiar la ubicación de la mezquita de Lérida. ¿Pero esa es la solución? En el fondo no, si el contenido que se sigue predicando es el mismo. Lo único que se está haciendo es escurrir el bulto para no tener que afrontar el problema y, sobre todo, incubar la semilla del radicalismo en nuestra sociedad.

Quizás una posible solución es lo que manifestaba el ex portavoz republicano en la Cámara de Representantes Newt Gingrich que ante la construcción de una mezquita en la zona cero de Nueva York pedía reciprocidad en los países musulmanes. Es decir, que si ellos quieren construir mezquitas en los países cristianos, que permitan a los cristianos construir iglesias en los países musulmanes. Pero por desgracia, se sabe que eso no va a ser así. Y sin embargo, desde nuestro país no se hace lo mismo. Reciprocidad. Pero lo malo es que quizás es una aporía.

Andrés Velázquez

andres@hispanidad.com