A mí me pasa con los socialistas lo mismo que a Chesterton con sus liberales: todavía creo en el socialismo, pero añoro aquellos felices tiempos en que aún creía en los socialistas. EL Gobierno español no es socialista ni es de izquierda, sólo es progre-capitalista, esa figura imperante que, ya lo he dicho otras veces, podríamos resumir así: Aborto libre y gratuito, y ahora ya podemos forrarnos de dinero. Todo esto viene a cuenta de la famosa polémica de las minicasitas de 30 metros cuadrados que la ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, quiere subvencionar.

Empecemos por el final: la única forma de abaratar la vivienda es hacer vivienda pública. Hablo de vivienda pública construida por promotores privados, con la correspondiente bonificación del Estado. Digo más: es la única forma de forzar a la promoción privada a que flexione a la baja los precios de la vivienda libre (no sé porque se le llama libre, cuando es privada). Aún más: si, a pesar de esa apuesta por la vivienda de promoción pública, los precios continuaran altos por mor de la especulación con el suelo, habría que completar lo anterior con otra medida igualmente anti-liberal, como es la mejora de los mecanismos expropiatorios contra la especulación del suelo. Es en materia de vivienda donde los socialistas deberían hacer honor a su nombre y optar por medidas de promoción pública con cargo al Presupuesto. La vivienda lo merece porque el prohibitivo precio de la vivienda constituye el principal problema económico y social de Occidente, y muy en especial de España, en el siglo XXI.  

A ver si nos enteramos, la vivienda es hoy más importante que la educación o la justicia, por la sencilla razón de que la carestía de los inmuebles está provocando que no se formen familias, y mucho menos familias numerosas. Hoy, toda la sociedad parece pensada para que la gente no tenga hijos, pero especialmente en lo que toca a la vivienda, sus dimensiones, sus precios, sus impuestos...

Las medidas originales, como las casas de 30 metros cuadrados, son repugnantemente capitalistas, favorecedores de los intereses de los empresarios y promotores inmobiliarios... y no reducen el precio de los pisos incluso lo incrementan. Lo que reducen es el nivel de vida de las personas y el tamaño de las familias. En declaraciones a Hispanidad, Guillermo Chicote, presidente de la Asociación de Promotores y Empleados, apoyaba sin reservas la postura de Trujillo. Natural. Los promotores quieren construir muchas casas, cuantas más mejor. Y no se crean que una casa de 30 metros cuadrados vaya a valer un tercio de una de noventa. En ambas hay que colocar todas las infraestructuras básicas del hogar modern agua, luz, gas, teléfono, TV, etc.

Es progre capitalista, porque contenta a los empresarios y porque agrada al Estado, quien cobrará más impuestos con tres minicasas de 30 metros que con una de noventa.

Otrosí. Todos estamos de acuerdo en que la densidad de población y la hiperurbanización del mundo provoca muchos problemas de todo tipo, también medioambientales. Pues bien, estas casitas no hacen sino aumentar la densidad de población por metro cuadrado urbano. EL mundo actual hay que verlo en un vuelo nocturn desiertos e oscuridad y, de pronto, una megaurbe, un conjunto arracimado de luces.  

Los promotores alegan que aumentan los divorcios y las separaciones en España, lo que resulta muy democrático. Y sobre todo muy rentable para el constructor: un semi-hogar para la mujer que se queda con los niños y un apartamento para el marido que vive solo y recoge a los críos los fines de semana. No tenemos viviendas para las familias, pero sí para los divorciados. Todo muy edificante.

El progre-capitalismo nos vende su beneficio como solidaridad: Hay que dar respuesta, nos dice, a los inmigrantes que llegan. Y podemos hacerlo, ya lo creo que sí. Y hasta nos puede ocurrir lo de esa casa madrileña que quedó reducida a cenizas por un incendio el pasado miércoles: era un piso de 60 metros cuadrados donde residía un número indeterminado de parejas chinas separadas por biombos, por aquello de la intimidad.

Ante la polvareda que se ha levantado dice la ministra que no estamos preparados culturalmente para las minicasas. En ese caso me call ante una cuestión cultural, sólo cabe un respetuoso silencio. Pero sería de agradecer que alguna medida económica de este Gobierno tan progresista no acabe por beneficiar a los ricos y fastidiar a los pobres.

Eulogio López