Ocurrió durante un mitin anarquista, durante la II República, y tal como me lo contaron transmisión oral, que le dicen-, así se lo cuento. El orador trataba de explicar a un público poco dado a sutilezas, que el hombre y la mujer son iguales, no sólo que poseen iguales derechos, obviedad que no necesita mucha glosa, sino que, en el fondo, tampoco son tan distintos. Al final explicó- ¿qué diferencia hay entre ambos sexos? Apenas una pequeña diferencia.

En ese momento, desde el fondo se oyó el grito de una mujer: Pues que viva la pequeña diferencia.

Para mí que las diferencias tanto fisiológicas como psicológicas son algo más que pequeñas y, en cualquier caso, ¡Viva la pequeña diferencia, viva la diversidad!

De otro modo, puede pasar lo de aquella villa, cuyo alcalde no cesaba de repetir que en su pueblo todos eran muy machos. Y un lugareño de paso le respondió: Pues en mi pueblo somos tantos machos como hembras, y nos lo pasamos mu bien.

El diario El Mundo está desatado. Al parecer, en pleno centro de Roma, con el sobrenombre de Betania, funciona un monasterio mixto de franciscanos, con monjes y monjas, clérigos y clérigas y hasta presbíteros y presbíteras. Todos juntos, aunque no revueltos, pues al parecer, rezan y comen en armonía, pero duermen unos en un piso los otros en otro.

Fray Paolo, a quien El Mundo, siempre preocupado por el futuro del clero, ha entrevistado con unción, nos comenta que sólo mentes maliciosas pueden ver algo malo en este convivencia, cohabitación, que no connubio. Al parecer, Fray Paolo también considera que lo que separa a hombres y mujeres es una pequeña diferencia, y que el clásico entre santa y santo pared de cal y canto, es algo totalmente superado.

Fray Paolo dirige esta comunidad absolutamente revolucionaria. El Mundo manifiesta que el convento ha recibido la aprobación de la Santa Sede, y yo albergo mis dudas sobre ello o es que me he perdido algo durante los últimos 40 años. No se pierdan la descripción entusiasta de El Mundo : Las cerca de 180 almas que componen esta atípica comunidad, de las cuales casi la mitad son hombres y la otra mitad mujeres, viven (y duermen) bajo el mismo techo. Para Fray Paolo, esto es de lo más lógico : Hoy en día, y a excepción de los conventos de clausura, los miembros de todas las órdenes tienen relación con personas del sexo opuesto. A ver Fray Paolo, estoy interesado : exactamente, ¿qué entiende usted por relaciones?

Pero lo bueno viene ahora. Fray Paolo nos aclara que el asunto no sólo no roza el derecho canónico sino que es ferozmente positivo : la convivencia entre hombres y mujeres puede crear un caudal de energía positiva. Uno puede soportar cualquier cosa, menos la horterada. Este es el lenguaje propio de un monje. Así me gusta. Me recuerda a Miguel Ríos, cuando se dirigía a los gamberros, pocos, que molestaban en sus conciertos pidiendo que bailaran para expulsar la energía negativa. Para Fray Paolo no hay Gracia, pero sí energía positiva. O sea, la pequeña diferencia.

Eulogio Lopez