El respeto a las diferentes confesiones religiosas y la libertad de expresión son perfectamente compatibles. De esta manera se manifestaba el pasado viernes la vicepresidenta primera Mª Teresa Fernández de la Vega. La expresión de un deseo más que la descripción de una realidad. A ver si conseguimos convivir pacíficamente, suspiraba De la Vega tras la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

Lo cierto es que la Alianza de Civilizaciones es cada día más una quimera desde que se desatara la crisis de las caricaturas. Los fundamentalistas islámicos han emprendido acciones violentas contra quienes han osado atentar contra sus sentimientos religiosos. Una desproporción. Aunque también parece una desproporción insultar gratuitamente a los seguidores de Mahoma.

Los secularistas han descubierto que agredir a la Iglesia no sólo sale gratis, sino rentable. Se han excedido generosamente mientras los jueces cobardes no han encontrado encaje de sus insultos en el artículo 525 del Código Penal que tipifica las burlas a los sentimientos religiosos. Y así se han crecido hasta encontrarse con quien responde.

Por su parte, los agresores han ido subiendo de tono, sabedores de la impunidad que les ampara. Del cocinar un Cristo de Canal , se ha pasado a la salvajada anticatólica de Leo Bassi, que es un bufón muy agresivo con todas las religiones... salvo la musulmana. Y resulta que ahora la Liga Árabe en Europa se permite hacer caricaturas ofensivas contra los sentimientos judíos a la vez que Palestina exige el abono de los impuestos recaudados por el Estado de Israel. ¿Simetría?