Son, junto a la Policía Nacional, los cuerpos de seguridad que más arriesgan. Cobran unos 1.600 euros brutos al mes, menos de la media de 2.000 que suelen cobran los municipales o los 2.500 por donde suelen andar los policías autonómicos, por ejemplo, la Ertzaintza.

Por lo demás, el régimen de la Guardia Civil es semimilitar, por lo que están sometidos a unos horarios que cualquier sindicato reprobaría, con turnos de mañana, tarde y noche en una sola semana, por ejemplo.

Ahora, el inefable director general de Tráfico, Pere Navarro, está muy molesto con ellos, porque su programa de recaudación de multas entre los ciudadanos perdón, de seguridad  vial- no funciona al ritmo deseado por don Pere. En otras palabras, que no recuda lo que pretende.

Pues bien, la Guardia Civil se paga su propio uniforme. No es broma. Bueno, se lo explico con más rigor, pero el resultado es el mismo. Cada año los números comienzan con 100 puntos para comprar el uniforme. Si no los gastan, incluso los acumulan. Ahora bien, unas botas, el elemento más caro, puede salir por 80 puntos. Con eso le digo todo, o casi todo.

Por ejemplo, muchos números prefieren pagarse de su bolsillo sus propias cartucheras para el arma, dado que las que les proporciona el cuerpo son poco seguras, y cualquier delincuente, no digamos nada en un forcejeo, podría arrebatársela. Lo mismo ocurre con los guantes: cachear a un yonqui con los guantes reglamentarios, muy deficientes, pueden suponerles un pinchazo con una jeringuilla.

De los chalecos antibalas mejor no hablar. Se les proporcionan pocos y malos, por lo que guardias civiles y policías nacionales prefieren comprarse ellos mismos los buenos, muy caros.

El parque móvil de la Guardia Civil es lamentable, por lo que las persecuciones en coche también lo son. Por supuesto, el pluriempleo no es que esté prohibido, es que resulta imposible considerando los horarios.

Y esto es bello e instructivo. Algo parecido a que el médico tenga que pagarse el bisturí de su bolsillo o el profesor las tizas para explicar en la pizarra o el periodista el ordenador con el que escribe su crónica. O como si el responsable político de los cuerpos de seguridad, el señor Rubalcaba, tuviera que pagarse su propia seguridad o el escaño del banco azul donde se sienta en el Congreso.

Y son profesiones de menor riesgo. La de ministro, además, mucho menos importante para la seguridad de la ciudadanía.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com