Europa es un continente estupendo. Tiene más perros que niños y el número de gatos supera al de hijos. Publica la prensa que en París la mitad de la gente vive sola y algunos sospechan, de forma muy poco científica, que parte de la otra mitad vive muy mal acompañado. Somos lo que se dice un continente en consunción y envejecimiento prematuro.

Pero esto va a cambiar. Los gatos aún pueden albergar cierta esperanza, pero los perros lo tienen claro. En primer lugar, el perro es un animal despreciable para los islámicos, y los islámicos son los únicos que aportan futuros contribuyentes al colectivo.

Con el vértigo propio del suicida, Europa abdica de sus principios y llama en su auxilio a los que le combaten. Si Julio César corría presuroso en socorro del vencedor, Europa hace justo lo contrario : solicita al adversario que venga a combatir contra el compañero. Por eso llamamos presurosos a la entrada en la Unión Europea de Turquía y, quizás de Marruecos, que no en vano el hombre de la alianza de civilizaciones es natural de León.

El vértigo del suicida no lleva a la actividad sino a la parálisis. Y así, cuando el grupo terrorista Hamas vence en Palestina, Estados Unidos exige que renuncie a la violencia, pero Europa pide tiempo. Europa es como el buen pastor, sólo que en lugar de llevar los corderos al redil pretende llevar a los lobos. Lo que son las cosas: los lobos no se dejan. Sin duda, por la premura y prepotencia norteamericana, que les acosa y enerva hasta la extenuación.

Europa es como el suicida: no es valiente pero sí temerario. Por eso, a ningún europeo se le ocurre exigir al Islam que si quiere integrarse en una democracia debe comportarse como un demócrata, Por el contrario, acoge en su democrático seno al tirano, con la esperanza de que, una vez en el redil, se produzca una conversión por mimetismo. No se consigue, y resulta que el lobo se dispone a devorar ovejas pues mire usted, qué le vamos a hacer. La culpa es de Estados Unidos.

La alianza de civilizaciones exige la renuncia a la nefanda reciprocidad. No importa que el mundo islámico asesine a cristianos, es decir, a europeos, en Irán, Irak, Arabia, Paquistán, Palestina, etc. Tendámosle la mano y seguro que retrasamos la invasión.

Ocurre lo mismo con el nuevo populismo indigenista iberoamericano, hoy personificado como nadie en el venezolano Hugo Chávez. Para cualquiera que llega al aeropuerto internacional Maiquetía, o Simón Bolívar, la apariencia es de haberse trasladado a una dictadura de los años treinta del siglo XX. Carteles amenazadores, medidas de seguridad propias de una nación en guerra, etc. Es igual: la prensa europea continúa cantando las maravillas de Chávez, el gran amigo del Gobierno de España.

Sin embargo, Álvaro Uribe, el colombiano que está intentando poner orden y libertad, al mismo tiempo, en el país más violento del mundo, es un enemigo de la democracia.

En la Argentina, los piqueteros siguen campando a sus anchas con toda la promoción, o inacción, del Gobierno Kirchner, que incluso jalea a los que considera sus bases electorales, no se sabe si Kirchner gobierna con las fuerzas de seguridad o con los que se enfrentan a las fuerzas de seguridad. Sin embargo, Kirchner es un héroe de la prensa europea: el malo es Vicente Fox, un pérfido reaccionario, sicario de Washington.

Es el comportamiento propio del suicida: tender la mano a quien te la muerde y abofetear al que te la tiende.