Zapatero estaba emocionado con su Revolución marrón, término más científico de la revolución Arco Iris. También podemos calificarlo como brown revolution, que los gays siempre han sido amantes de lo norteamericano, políglota y vanguardista. El jueves marrón, día 30 de junio de 2005, cuando el Parlamento aprobó el matrimonio gay (cuarto país del mundo), con adopción incluida en el mismo lote (primer país del mundo que se atreve con ello), nuestro Presidente, mi Presidente, nos enseñó el verdadero significado de la decencia, hasta ahora oculta a las civilizaciones que nos han precedido y, a más a más, a todo el género humano, en su totalidad manifiesta: la decencia consiste en no humillar. Hasta ahora, fiados en documentos reaccionarios, como el diccionario de la Real Academia, asignaba tres acepciones al vocablo : 1.Aseo, compostura y adorno correspondiente a cada persona o cosa. 2. Recato, honestidad, modestia. 3. Dignidad en los actos y en las palabras, conforme al estado o calidad de las personas.

Incluso otros lingüistas, igualmente de tintes fascistas, aseguran que la moda de calificar a la violencia como obscena, resulta una violación de la semántica. Un asesinato puede ser canallesco, miserable, avieso, despreciable e incluso muchas cosa más, pero no es obsceno, la obscenidad, como indecencia, es otra cosa.

Pero esas definiciones son fósiles del pensamiento y la palabra. Aquí tienen a Zapatero, el líder de la brown revolution, explicándonos que indecencia es no humillar al prójimo y que a los homosexuales les humillamos si no les concedemos el honor del matrimonio. La brown revolution no es antisistema: todo lo contrario, lo que busca es integrarse en el Sistema y, a ser posible, controlarlo. Más que una revolución es una brown reform, casi un brown changes in the statement de los homosexuales.

Pero sigo muy preocupado por el correcto uso de los términos y de los conceptos. Por ejemplo, el Partido Popular, incluso algunos miembros bienpensantes del Foro de la Familia, insisten en que ellos no tienen nada contra la homosexualidad, pero sí contra su elevación al rango de matrimonio. Un distingo que sigo sin captar Si me dijeran que no tienen nada contra los homosexuales, pero si contra la homosexualidad, lo entendería perfectamente. Es más, el homosexual es digno de ayuda en su desgracia. De hecho, lo peor de la Shoemakers brown revolution es que colabora en la peligrosa campaña de la decencia, es decir, de que el gay se sienta orgulloso de serlo. Y cuando un homo se siente orgulloso de su condición, entonces el camino de regreso está cortado

Que no, que lo malo no es la adopción gay, ni el matrimonio gay, sino la homosexualidad en sí misma. Por eso, porque es brown, porque no estamos hablando de opción sexual, ni tan siquiera de sexo, sólo de tomar por el ano, y eso no es más que brown revolution, aunque eso si, una Shoemakers brown revolution. Es decir, de lo más decente.

Y mientras no aclaremos esto, mucha gente de bien, con toda razón, seguirá preguntándose. ¿Por qué se oponen al matrimonio, ay, por una mera cuestión de palabra, de denominación? Para ese viaje, en efecto, no hacían falta esas alforjas. Pero para luchar contra la revolución más cochina del modernismo no hay que oponerse al matrimonio gay, sino a la homosexualidad. Entre otras cosas por su color marrón.

Eulogio López