Ya queda claro que Juan Carlos I, Rey de España (en la imagen), ha abdicado por hastío y de improviso. Estaba hasta el gorro -y algo de razón tiene- de la malquerencia de la nueva aristocracia, esto es, de políticos y tertulianos, bueno, y del twittero Pedro J. Ramírez, que se nos ha vuelto azañista o, más bien, vengativo.

Lo que ocurre es que ha sido un decisión un poco pusilánime, porque menudo embolado le ha dejado a su heredero, Felipe VI, con un país en proceso guerracivilismo creciente. Lo ha hecho por salvar la Monarquía pero no le ha hecho ningún favor a los españoles.

Buena prueba de ello es que a renglón seguido, la izquierda, no empezó a gritar contra el cambio de Rey, sino por el cambio de modelo: quieren la III República y, supongo, que asesinar a algún que otro cura despistado, para no perder el tiempo. 

Pero a España no se le da bien eso de la república

Hombre, una institución con 1.300 años de historia -o algo más, si contamos la monarquía visigoda- no debe tirarse a la basura de la noche a la mañana. La tradición es la democracia de los muertos. En la izquierda, o así, sólo el PSOE de Rubalcaba apoya el relevo dinástico y de aquella manera, porque el PSOE de Baleares exige a don Alfredo un referéndum por la república. Ya saben, el gustillo asambleario.

A España no se le da bien eso del régimen republicano. Nuestras dos experiencias históricas no han sido especialmente gratificantes. Ambas han conducido a la guerra civil, más o menos cantonal, más o menos ideológica, pero, en todo caso, lucha fraticida y en ambos casos había un elemento clave: el odio a la fe.

Además, no es más cara la Monarquía que la república. En concreto, la Monarquía española es poco onerosa.

Para España es imprescindible mantener la Monarquía, a pesar de los errores de los Borbones. Pero para ello no es necesario mentir. Por ejemplo, algunos tertulianos arremeten ante la marcha -más bien huida- del "mejor Rey que ha tenido España". Hombre no, no hay que pasarse. Estamos hablando de un país en cuyo elenco regio se instalan Alfonso II, Fernando III, Alfonso X, Isabel I, Carlos I, Felipe II o incluso Felipe V. El mejor, lo que se dice el mejor...  

El balance de Juan Carlos I puede ser positivo, aunque su salida haya sido nefasta. El paso del actual Rey a Felipe VI es el paso de un sinvergüenza auténtico a un auténtico sinvergüenza, al menos en potencia. Tranquilos, no se me alteren. Me refiero a la terminología de un precioso ensayito del filósofo Jacinto Choza, que lleva por título: La supresión del pudor y otros ensayos. Me explico: Juan Carlos I es un rey anclado en unos principios cristianos, aunque en la práctica haya sido un poco golfo. Aún peor es que no haya sabido resistirse el embate de la modernidad. Traducido: que ha tragado con todo, ha sido un Rey posibilista y acomodaticio que ha firmado todo lo que le han puesto por delante. A cambio, sí, ha traído la democracia pero también el relativismo, que hoy en día acompaña a los regímenes democráticos pero que no es nada democrático. El reinado de Juan Carlos I, salido de una dictadura ha sido difícil pero eso no significa ceder en todos los principios para mantener la estabilidad. Decíamos ayer que la estabilidad sí es tarea para un monarca. Ahora bien, no se puede sacrificar los principios a la estabilidad, no se puede ceder a todas las reclamaciones.

Ahora bien, o el heredero cambia de actitud, o el panorama que se abre con su sucesor es peor. Juan Carlos I no ha sido fiel a sus principios cristianos -es decir ha sido un sinvergüenza pero auténtico. Felipe VI simplemente ha renegado de esos principios cristianos, por lo que corre el riesgo de convertirse en un auténtico sinvergüenza. No se lo deseo, desde luego, y espero que cambie, pero Felipe quiere ser un progre en un país cristiano y eso es muy complicado. Además, no es prudente darle la mano a la víbora -no me refiero sólo, a la víbora republicana- porque lo normal es que te muerda. ¿Quieren otro ejemplo Por de pronto, sería bueno que el nuevo Rey se ocupara más de la educación cristiana de sus hijas, en especial de la Infanta Leonor, futura reina, no consorte. Porque de lo que se mama se cría.

Y otro detalle. La Monarquía española no se entiende sin la orientación hispanoamericana, porque la hispanidad ha sido la gran gloria de este país. ¿Es Felipe VI un hispano Bueno, no lo parece, aunque se le haya 'especializado' en acudir a la toma de posesión de los mandatarios iberoamericanos.

A partir de aquí, Felipe VI tiene un camino por andar. Pero no sirve eso de un nuevo Rey para una nueva generación. Las generaciones, como el futuro, vienen por sí mismas, no hace falta buscarlas. Y además, cuanto menos se crea los tópicos -juventud, renovación, apertura- que sobre él se derraman mejor que mejor. Lo que tiene que tener un país, al igual que una persona, es una cosmovisión clara.

En cualquier caso, con estos bueyes hay que arar.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com