José María Aznar quiere irse al extranjero para pasar unas prolongadas vacaciones. En un país acostumbrado a hacer leña del árbol caído, propios y extraños se han vuelto contra el todavía presidente del Gobierno. Los socialistas no pueden evitar sus ganas de revancha y en su propio partido le acusan de mil cosas. A pesar de todo, él, con su parsimonia habitual, quizás podría resistir el acoso social, pero no así su mujer, concejala de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Madrid. Ana Botella, desencajada el mismo día de la votación, no puede aguantar que le sigan llamando "asesina" en los actos públicos a los que acude por razón de cargo. Lo malo es que no podrá ausentarse de España más tiempo del que le permite su cargo público actual.