Nunca estuvo tan silente del presidente del BBVA, Francisco González, más amigo de la bronca que de la componenda, como ahora. Teme FG que el Banco de Italia aproveche cualquier declaración suya para impedirle el control de la BNL. FG acaba de recibir el visto bueno del regulador italiano de Bolsa (la CONSOB), pero falta el más difícil todavía: el Banco de Italia.

Por ejemplo, el presidente de BBVA se resiste a  recibir a los sindicatos para asegurarles que no habrá reducción de plantilla, la menos traumática. La dirección del BBVA se negó a aclarar este punto tanto ante los periodistas como ante los analistas (dos conjuntos de porteras nada recomendables). Se negó, también, a comentar el recorte de plantilla que había corrido por Internet (2.000 empleados, casi un 20% de los trabajadores de BNL en Italia, a la calle), un rumor que en Italia se adjudica al contrapacto. Y eso que todos saben que los servicios centrales de la BNL son mastodónticos y que en Buenos Aires el banco italiano tiene 1.000 trabajadores que sí resultarán redundantes con un Banco Francés (filial del BBVA en Argentina) que además, no atraviesa su mejor momento.

Y hay más retos que aconsejan el mutismo. Por ejemplo, a los fondos que le preguntan el BBVA se niega a admitir con cuanto capital daría la OPA por salvada. Oficialmente bastaría con un 51%, pero nadie tiene ganas de gestionar un banco contra el regulador bancario y con una corriente opositora (el viernes 15 de reúne el contrapacto y anunciará su decisión). No sólo eso, lo que más teme FG es que, la victoria se convierta en derrota si los socios italianos afloran en un BBVA unificado con un porcentaje de capital suficiente como para sentarse en el Consejo y empezar a molestar, un sistema que los italianos utilizan con especial maestría.

Y a todo esto, ¿han mejorado las relaciones entre FG y su segundo, José Ignacio Goirigolzarri? No, son cordiales.