Las empresas pueden ser rentables, pero, si se saben dirigir, las asociaciones, a ser posible sin ánimo de lucro, pueden serlo mucho más. Por ejemplo, pueden serlo para Fernando Falcó y Fernández de Córdoba, marqués de Cubas, actual esposo de Esther Koplowitz, que encontró su dorado en el Real Automóvil Club de España (RACE).

Falcó, en su día casado con Marta Chávarri, tiene amigos hasta en el infierno. Por ejemplo, es amigo de su ex - ex cuñado, Alfonso Cortina, actual presidente de Repsol YPF (el doble "ex" resulta trascendente en este caso). Meses atrás matrimonió con Esther Koplowitz, antigua esposa de Alberto Alcocer, cuñado-primo del mismo Cortina, y en sus ratos libres, propietaria de la segunda constructora de España, FCC. No se pierdan, por favor.

Es el caso que siendo presidente del centenario y vetusto RACE, Falcó entró en contacto con Alfonso Cortina para ofrecerle a Repsol la bicoca de una asociación alejada del vil metal: los terrenos del Circuito del Jarama, ubicados en la carretera que une Madrid con Francia. Algunos miembros del RACE consideraron entonces, y siguen considerando ahora, que el precio por el que Falcó ofrecía los terrenos constituían un chollo... para Repsol, quizás porque Repsol YPF sí es una sociedad anónima, es decir, con todo el ánimo de lucro posible y algo más.

Así que otros miembros del RACE, capitaneados por José Luis Huidobro, decidieron expulsarle de la Presidencia y romper las negociaciones con Repsol YPF. Y el asunto no resultó fácil, porque Falcó salió por la puerta en noviembre de 2002 y en enero de 2003 se va al juzgado de lo social (los marqueses tienen tanto derecho a la reclamación laboral como cualquier otro ciudadano) y solicita la correspondiente indemnización como director general de dos empresas filiales de la sociedad matriz... sin ánimo de lucro: RACE Asistencia y Unión de Automóviles Club de España. Eso sí, nuestro simpático golferas no consigue convencer a la juez y se queda sin un duro.

Es más, se quedó con el coche oficial del RACE, a precio de saldo, con un rápido movimiento de amortización anticipada. La verdad es que todo marqués debe contar con un buen automóvil.

¿Podría admitirse tamaño desafuero? De ningún modo. Don Fernando, un tipo, como creemos haber escrito antes, con amigos en todo los puestos, planea su venganza: Repsol YPF crea su Autoclub Repsol, una especie de calcomanía del RACE sólo que con más servicios y a mejor precio. Es más, consigue que la Mutua Madrileña del Automóvil, la cuarta compañía de España en seguros de automoción, se sume al proyecto y aporte sus 1,2 millones de clientes. En definitiva, pone al RACE al borde de la desaparición. Ojo, la Mutua alega que la oferta de Repsol YPF es cuatro veces más barata y ofrece a sus mutualistas mejores prestaciones que el RACE, lo cual, seguramente, es cierto, pero llama la atención que una relación Mutua-RACE de más de una década se rompa de forma tan drástica nueve meses antes de que finalice el contrato. Para la gente del RACE, detrás de todo está la mano de Fernando Falcó.

Una anécdota: nada más salir de la Presidencia, el editor Jesús Polanco (rogamos se pongan en pie al leer su nombre) iba a recibir un premio del RACE, a cuya entrega ya había comprometido su asistencia. Cuando le llamaron para recordárselo, Polanco advirtió que sólo había aceptado el premio por respeto a su amigo Fernando Falcó. Ahora que le habían expulsado ignominiosamente del RACE, don Jesús rechazaba el galardón.

Y más. Todo su equipo en el RACE ha encontrado acomodo en la empresa de su nueva esposa, doña Esther Koplowitz. Por ejemplo, en Cementos Portland Valderrivas trabaja ahora su mano derecha en el RACE: Jaime Úrculo. A todos los despedidos del RACE que le eran fieles los coloca en el grupo empresarial de su nueva esposa. He aquí una inteligente gestión de recursos humanos, que no deja de ser la ex cuñada del personaje que se casó con la antigua esposa de Fernando Falcó, de soltera Marta Chávarri (creemos que el recordatorio era necesario). 

Ahora bien, los tejemanejes de este simpático conseguidor alcanzan otras esferas. Tras el trascendental acuerdo entre Repsol YPF y Mutua Madrileña, según el RACE gracias a los buenos oficios del señor marqués, el asunto provoca otras derivadas.

Así, Mutua Madrileña bajo la Presidencia de José María Ramírez Pomatta y la Dirección General de Manuel Orúe, ha dejado de ser una aseguradora del ramo del automóvil con ambiciones modestas y, como dicen los expertos en comunicación, de "perfil bajo". Vamos, que la Mutua quiere descocarse en su nueva etapa. Era lógico, con una apabullante liquidez, la Mutua se ha lanzado a invertir. Hoy es un importante operador de fondos de inversión e inmobiliarios y no se le ha ocurrido otra cosa que comenzar a comprar acciones del Banco Popular. Ha invertido en la entidad que presiden los hermanos Valls la friolera de 360 millones de euros (hasta el 31 de diciembre) con ansias de superar el 5%... y vaya usted a saber cuánto más. La Mutua afirma que se trata de una operación financiera, pero a los hermanos Luis y Javier Valls, presidentes del Popular, el banco más rentable de España, no les gusta tanta agresividad. Es lógico, la inversión huele al negocio de banca-seguros, una forma fina de decir que en el siglo XXI a lo mejor son las compañías de seguros quienes compran bancos.

Y es que Falcó, nuestro simpático conseguidor, es capaz de encender la mecha, pero nadie sabe hasta dónde puede llegar el incendio. Y todo ello, es de una entidad social, sin ánimo de lucro, casi una ONG. Estamos hablando de un golfo simpático, amigo de todos los españoles, que, eso sí, juega un poco a aprendiz de brujo. Y como diría don Antonio Machado: este hombre no es de ayer, ni de mañana, sino de nunca; de la cepa hispana. No es el fruto maduro, ni podrido, es una fruta vana, de aquella España que pasó y no ha sido, esa que hoy tiene la cabeza cana.

Y por cierto, Fernando Falcó está jugando un papel más que mediano en el gran reto que tiene por delante Esther Koplowitz: la salida de sus socios franceses Veólia. Es su marido quien le aconseja que no venda la participación de los franceses ni a Ferrovial, ni a Acciona, ni a Sacyr Vallehermoso, ni a ninguna otra constructora, sino a inmobiliarios con mucha liquidez y pocas ganas de figurar. Por ejemplo, Nicolás Osuna.

Moraleja: Si quieres hacerte rico, no hagas carrera en la empresa. Asociaciones y ONG ofrecen más posibilidades.