En tierra hostil da una vuelta de tuerca a las películas bélicas clásicas. Aquí no funcionan conceptos como honor, valor  o patriotismo, sino búsqueda de experiencias fuertes, atracción por el riesgo.

La primera frase que aparece sobreimpresionada en la pantalla de En tierra hostil: War is a drug (La guerra es una droga) ya nos advierte que lo que vamos a contemplar resulta tan veraz como incomprensible para el ciudadano de la calle. El responsable de ello es el protagonista de este relato bélico: el impredecible sargento James, un militar que con su imprudente comportamiento en la desactivación de bombas (en la guerra de Irak) consigue que sus dos compañeros de unidad se replanteen seriamente el valor de sus vidas y el sentido de su participación en un conflicto tan alejado de su hogar.

La directora Katryn Bigelow (conocida por el gran público por su sobrevalorada Le llamaban Bodhi) lo ha dicho muy claro: El miedo tiene mala reputación, pero es inmerecida. El miedo pone las cosas en su sitio y lo aclara todo. El miedo nos obliga a dar importancia a lo relevante y a olvidarnos de lo trivial. Porque este relato de ritmo frenético,  que muestra la cara más amarga y real de guerra, deja patente que para sobrevivir no sólo en un conflicto bélico sino en la vida misma hay que tener en ocasiones miedo. Y esa es la primera conclusión, que no la única,  que se extrae de este largometraje bien escrito por el reportero Mark Boal, que fue testigo directo de cómo trabajan los militares que desarticulan bombas. Miembros de una compañía de élite que se juegan el pellejo diariamente y  que se han prestado voluntarios para esa misión con la paradoja de que,  en la mayoría de los casos, les gusta su trabajo y no se imaginan haciendo ninguna otra cosa. Si creían que habían visto todo en películas de acción se equivocaban con el añadido de que En tierra hostil resulta  tan creíble como la vida misma.  

En tierra hostil (cuyo título original es The hurt locker) aparece en todas las quinielas de  los Oscar de este año. Se da la curiosa circunstancia de que Katryn Bigelow  se verá las caras posiblemente en esa ceremonia con su ex marido James Cameron y su comercial film Avatar.

Para: Los que busquen un buen largometraje de acción sin fantasías pirotécnicas