Zapatero continúa de triunfo en triunfo mientras la estrella del Partido Popular sigue declinando. Muy pocos parecen comprender la estrategia del líder socialista y, desde luego, Rajoy no la entiende.

Veamos: ¿Necesitaba Zapatero un nuevo Estatuto de autonomía en Cataluña? No parece. Veinte años de pujolismo, con continúa petición de autonomía no generaron un nuevo estatuto ni con Felipe González ni con José María Aznar. No, el nuevo estatuto lo lanza el propio ZP como conclusión lógica de la alianza contra natura PSC-ERC, es decir, por la necesidad de alcanzar el Gobierno de la Generalitat. Luego los nacionalistas de CiU se vieron obligados a subirse en el carro y, tras dos años de tripartito, ZP decide cambiar a Carod por Mas, a ERC por CiU. Pero el objetivo era el mismo : aislar al PP y alejarle de cualquier posible alianza con el nacionalismo moderado.

Si para ello había que disgregar el Estado, pues se disgrega y en paz. El caso es que Zapatero aísla a la única formación política que puede arrebatarle la Moncloa. No sólo la aísla, sino que la marginaliza. En la misma línea, para terminar con el terror en Euskadi ¿era necesario hablar con ETA, legitimar a unos terroristas y convertir al repugnantillo de Arnaldo Otegi en docente de demócratas? Naturalmente que no. ETA estaba dando las últimas bocanadas porque la última generación de batasunos ha sido criada en el confort económico y no soporta la dura vida en clandestinidad. A lo más que llegaban los nuevos aprendices de terroristas era a quemar contenedores y a mandar cartas de extorsión, tarea esta última demasiado delicada para los jóvenes cachorros y que se veían obligados a realizar los viejos líderes históricos de la banda, ya jubilados para la vida activa. Por tanto, si Zapatero le ha pegado tantas patadas en las espinillas a los familiares de las víctimas y sus palabras son más elogiosas hacia los pro etarras que hacia los populares es por la misma razón: el diálogo con ETA no tiene por objeto la paz en Euskadi sino la permanencia de Zapatero en la Moncloa a costa de aislar al PP por la vía de conseguir todo tipo de apoyo de los nacionalismos: sean moderados o radicales. Conclusión: la estrategia ha tenido éxito, y el Partido Popular se derrumba día a día.

Y es ahí donde los más impacientes líderes de la derecha empiezan a hablar de un retorno de Aznar. Nadie cuenta con un Rodrigo Rato que se encuentra muy cómodo como director gerente del Fondo Monetario Internacional, pero sí con un Aznar cada día más conservador, cada día menos democristiano pero al que en el PSOE, a pesar de lo que ha pasado en España desde los atentados del 11-M, todavía siguen temiendo. Aznar, eso sí, ha demostrado que sabe guardar los tiempos. Por tanto no dará un solo paso adelante hasta que Mariano Rajoy se estrelle en las elecciones del 2008.

Eulogio López