• El secuestro del general convierte una semana negociadora decisiva en un interrogante de imprevisibles consecuencias.
  • La guerrilla tensa el proceso, mientras el presidente espera al papel clave que puede jugar los países garantes del proceso de paz
  • La presión de los colombianos sobre Santos va a crecer en la misma proporción a los días que el militar siga retenido.
  • Depende de las FARC que el presidente no se vea obligado a cancelar definitivamente las conversaciones en La Habana.
  • Ex presidente Álvaro Uribe se adelantó a Santos para dar el primero la noticia de la captura a través de Twitter.

El secuestro de un general por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ha convertido una semana decisiva en el proceso de paz en un interrogante de imprevisibles consecuencias. ¿Estamos ante una maniobra de distracción, un paso en falso o un modo de tensar más la cuerda en las relaciones del grupo guerrillero y el presidente Juan Manuel Santos Una cosa está clara en cualquier caso: el secuestro del general Rubén Darío Alzate, de un cabo y de una funcionaria del Ejército en el departamento de Chochó, en el oeste del país, coincide en fechas con el segundo aniversario, que se cumple este mismo miércoles, de la primera ronda de conversaciones en La Habana entre Gobierno colombiano y las FARC. No hay nada que celebrar, por tanto, al menos de momento.

La reacción del presidente Santos fue inmediata tras el secuestro: "Liberen a estas tres personas cuanto antes o se suspenden las negociaciones previstas en La Habana". Y, paralelamente, según informa La Nación de Bogotá, confía en que los países garantes, Noruega y Cuba, con los que ya ha hablado, jueguen un papel clave en medio de la actual crisis, la más grave desde que comenzaron las conversaciones, el 19 de noviembre del 2012.

Y a la espera de un desenlace, lo que los colombianos se preguntan ahora es por las consecuencias para el proceso de paz.

Las FARC todavía no se han pronunciado, aunque han convocado para hoy rueda de prensa en La Habana. Desconocemos, por tanto, si la acción responde o no a una estrategia para marcar los tiempos o, sencillamente, un modo de romper las negociaciones de paz. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que la salida de la crisis no es fácil: una liberación con garantías no se organiza de la noche a la mañana, sobre todo si tenemos en cuenta que el ejército colombiano ya está desplegado en la zona.

Una declaración de la guerrilla a favor de la rápida liberación del general confirmaría su voluntad de paz y su deseo de culminar el proceso. Del mismo modo, que en caso contrario, Santos se vería obligado a cancelar definitivamente las negociaciones. No hay que olvidar que es la primera vez que la guerrilla consigue secuestrar a un general en activo en sus 50 años de violencia, que han dejado un saldo de 600.000 muertos. La presión de los colombianos sobre sobre Santos va a crecer en la misma proporción a los días que el general siga retenido.

Hay que tener en cuenta, además, que el proceso de paz se ha convertido para Santos en la gran apuesta política de su presidencia, lo que no quita que siga habiendo voces contrarias. La del ex presidente Álvaro Uribe, por ejemplo, que fue el primero en dar la noticia de la captura a través de su cuenta en Twitter.

Y aparte de las voces contrarias, hay también muchos políticos colombianos que son críticos con Santos, no por negociar, sino por hacerlo mientras el conflicto sigue y no se ha detenido por ninguna de las partes: la acción de la guerrilla y del ejército. Santos insiste, no obstante, en supeditar un cese bilateral del fuego al acuerdo de paz y contesta a esos políticos que aunque "estamos negociando en medio del conflicto, las FARC tienen que entender que a la paz no se llega recrudeciendo las acciones violentas y minando la confianza".

Rafael Esparza

rafael@hispanidad.com