Si lo prefieren, en lugar de guerra, hablaré de enfrentamiento civil, pero conste que no descarto la hipótesis mayor. En Hispanidad ya hemos dicho que el problema secesionista catalán, al igual que el vasco, que anda dormido y a la espera de lo que sucede en Barcelona, no es un problema político sino moral.

Es la descristianización de España la que provoca el separatismo. Lógico: España es un producto de los principios cristianos... como toda Europa. Esos principios constituían el cemento que unía. Desde el momento en el que saltan por los aires las razones para la unidad se resquebrajan. Además, las ideas -esos principios- se cambian por identidades.

Es algo tan simple y tan omnipresente como esto: si soy catalán ya no necesito a Cristo. Si soy español, tampoco. No nos engañemos, este es el camino hacia el fascismo, que no es otra cosa que la deificación de la nación, no las tontunas de la izquierda marxista.

Y a partir de aquí los hechos más recientes.  

Mas-Colell (en la imagen) habla de Estado catalán "para ésta o para la próxima generación", sí o sí. Lo socialistas catalanes -el PSC- se rompen por exigencia de Ferraz, pues el PSOE siempre ha sido muy centralista. En paralelo, crecen los antisistema, ácratas e indignados varios, una galaxia que sólo tiene un denominador común: la cristofobia.

Y la cristofobia fue lo que provocó la guerra civil.

Así que tranquilos, muchachos: yo estoy seguro de que no habrá independencia de Cataluña. Lo que sí puede haber es el pequeño detalle de una guerra civil. Que, bien pensado, resulta mucho más peligroso.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com