• Por ejemplo: la FIFA prohíbe 'dormir en la playa' y recomienda a los aficionados que viajen a Brasil con 'todo organizado'.
  • Mientras, el desencanto de los brasileños por el Mundial sigue patente: apenas 52% de los brasileños apoyan el evento.
  • También ha habido retrasos en las obras de los estadios y de infraestructura para el torneo.   
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff (en la imagen), se ha jugado su prestigio al asegurar que el Mundial de fútbol que organiza su país -del que falta un mes para su inicio- estará "lleno de éxito" y que todas las personas que quieran asistir al torneo tendrán "total tranquilidad", informa Europa Press.

Rousseff insiste en garantizar que el torneo será seguro, gracias a un trabajo conjunto de las fuerzas federales, entre ellas las Fuerzas Armadas, y la policía de los estados. "Quien quiera manifestarse, puede hacerlo, pero quien lo haga no puede perjudicar al Mundial. Brasil es un país democrático (...) pero la democracia no significa vandalismo ni tampoco un perjuicio para el conjunto de la población", ha remarcado.

Las declaraciones de la presidenta contrastan, sin embargo, con las del secretario general de la FIFA, Jérome Valcke, quien recientemente pidió a los aficionados que planeen viajar a Brasil que tengan "todo organizado" de antemano, ya que allí "no podrán dormir en la playa", publicó DPA. 

Valcke advirtió además a los hinchas que tengan en cuenta las dificultades que pueden encontrar a la hora de movilizarse en un país de enormes proporciones y con problemas logísticos y de seguridad.

Pero hay más problemas en Brasil: además de los retrasos que ha habido en las obras de los estadios y de infraestructura para el torneo, las manifestaciones contra la realización del Mundial desde que miles de personas salieran a las calles en junio del año pasado para protestar, entre otras cosas, por los costes que implica el evento.

En un país con grandes deficiencias en salud pública y educación, las fortunas invertidas en el Mundial fueron una de las razones principales de las protestas masivas que Brasil tuvo en junio durante la Copa de Confederaciones. Fueron unos 10.900 millones de dolares invertidos por el gobierno federal, los estados y las ciudades sede.

En ese sentido, la BBC informa del creciente desencanto de los brasileños con el próximo Mundial. Apenas 52% de los brasileños apoyan el evento, indicó la encuestadora Datafolha en febrero, el nivel más bajo que registra desde noviembre de 2008, cuando el respaldo llegaba a 79%. Al mismo tiempo, los brasileños contrarios a la Copa pasaron de 10% en 2008 a 38% actualmente.

"La gente dice que los problemas que vive en cotidiano no se resuelven porque los gobernantes están volcados en poner plata en la copa", explicó a BBC Mundo Sonia Fleury, una politóloga y socióloga que coordina el programa de estudios sobre la espera pública en la Fundación Getúlio Vargas, con sede en Río de Janeiro.

José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com