Mientras el Gobierno Zapatero -y el norteamericano de Obama- desprecia el periodismo internetero, ahora conocido como periodismo ciudadano, la red se impone a los medios tradicionales en un proceso cada día más acelerado.

No se resigna el oligopolio informativo, así que ahora se ha constituido un nuevo instrumento de medición de audiencias formado por órganos reguladores y públicos -o sea, el poder- centrales de medios, agencia y grandes anunciantes -es decir, el poder- y ediciones digitales de los actuales multimedia, es decir, el poder. Ni un solo representante del periodismo internetero.

Los medios tradicionales no quieren enterarse de ello y continúan ninguneando al periodismo independiente, al que califica de falto de rigor, cuando lo cierto es que se atreven a decir lo que los grandes multimedia callan para no perjudicar al poder, es decir, a sí mismos.

Al poder no le preocupa el oligopolio de los grandes multimedia, que forma parte de su misma esfera, sino el periodismo ciudadano, de muchos minúsculos, que realmente les hace año. Y ahí, Periodistas en Español recoge ahora la persecución al periodismo independiente en Kuwait o, lo que es peor, las condenas a prisión en Vietnam.

Eso sí, hay medios tradicionales que prefieren unirse al enemigo: así, el británico The Guardian quiere contratar blogueros para cubrir la información local. El problema es que los mejores blogueros no quieren hacer local, sino nacional, internacional, economía, etc. Si han elegido la libertad, ¿por qué limitarse?

En cualquier caso, al poder no le gusta Internet porque es incontrolable, porque es demasiado amplia. Y tampoco le gusta el periodismo internetero porque la WWW es el único sitio donde un menesteroso puede codearse con Murdoch, Polanco o los chicos de la CNN. Internet es un paraíso de libertad y el poder odia precisamente eso: la libertad. Además, el periodismo independiente de Internet está formado por microempresas, por muchos y pequeños. Y como siempre ocurre con los pequeños son más sinceros que los grandes y sí, puede que sean menos rigurosos. Pero es que el rigor se ha convertido en un arma arrojadiza contra la verdad.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com