Sr. Director:

Comparto, en esencia, lo expresado en su aportación acerca de la Hispanidad. No se puede medir la grandeza de la presencia europea en América sólo por los resultados económicos, sino por las motivaciones humanas y de nacimiento de un pueblo completamente nuevo, mitad indígena, mitad español (o portugués). En realidad, los males de Iberoamérica provienen, ante todo, de una pésima asimilación del republicanismo estadounidense, pues nuestros pueblos difícilmente podían adoptar este sistema, sin antes no hacer una verdadera transición desde el antiguo sistema monárquico.

En una de las Cartas al Director, sin embargo, aparece una aseveración errónea, en la que prácticamente asemeja a todos los grupos indígenas en nivel cultural, religioso y social, calificándolos de antropófagos y de religiones tribales. No debemos, sólo por defender la Hispanidad, desvirtuar la verdad, por lo que sólo quiero matizar que, sin duda, hubo errores y pecados lamentables, que de cualquier modo creo que no deslegitiman la presencia ibérica en nuestro continente, y que sin duda algunas culturas indígenas avanzadas en algunos aspectos, asimilaron más o menos bien el catolicismo gracias a estar preparadas misteriosamente por Dios. Hay, en México al menos, una insidiosa tentación a volver a un indigenismo bobalicón, con el consecuente desprecio a lo español... por supuesto, manifestado en lengua española, porque los indigenistas no conocen ni pío de las lenguas indígenas.

En fin, las contradicciones del progresismo español y latinoamericano dan lugar a verdaderas tonterías en cuestiones históricas, antropológicas, políticas y de difusión de ideas. Enhorabuena por toda la Hispanidad, en este 12 de octubre, y a seguir luchando, porque seguirán ultrajando la historia iberoamericana, con tal de demostrar que nos conquistaron, civilizaron y -sobre todo- evangelizaron quienes debían hacerlo.

Francisco Cortez

cortez_francisco@hotmail.com